Estados Unidos repliega sus tropas en Irak: el fin de una era marcada por la lucha contra el terrorismo

by 1 de octubre de 2025

El tablero geopolítico de Medio Oriente se sigue moviendo y una de las fichas más pesadas, la presencia de tropas en irak por parte de Estados Unidos, está a punto de cambiar de lugar. En una movida que se venía cocinando a fuego lento, el Departamento de Defensa yanqui, conocido por todos como el Pentágono, confirmó lo que era un secreto a voces: la reducción de su contingente militar en el país mesopotámico. La justificación oficial es el “éxito conjunto” en la guerra contra el Estado Islámico (ISIS), un fantasma que, si bien diezmado, todavía proyecta su sombra en la región.

“Estados Unidos y sus socios de la coalición reducirán su misión militar en Irak”, sentenció en un comunicado Sean Parnell, vocero del Pentágono. La declaración no es casual y busca enmarcar la retirada no como una derrota ni una huida, sino como la culminación de un laburo bien hecho. “Esta reducción refleja nuestro éxito conjunto en la lucha contra Estado Islámico y marca un esfuerzo para la transición hacia una alianza de seguridad duradera entre Estados Unidos e Irak”, agregó el funcionario. La retórica es clave: se deja de hablar de ocupación o de misión de combate para pasar a un lenguaje de cooperación y alianza estratégica. Un cambio de piel necesario después de más de dos décadas de una presencia militar que generó tanto estabilidad como un quilombo fenomenal.

Según Washington, esta nueva etapa va a “fortalecer la capacidad de Irak para lograr el desarrollo económico, la inversión extranjera y el liderazgo regional”. Una promesa ambiciosa para una nación que sigue lidiando con la corrupción endémica, las divisiones sectarias y la injerencia de sus vecinos, principalmente Irán. Lo cierto es que la salida de las tropas en irak es una demanda que viene sonando fuerte desde Bagdad, no solo desde el gobierno sino también desde una parte importante de la sociedad y, sobre todo, desde las poderosas milicias pro-iraníes que ven a los soldados estadounidenses como una fuerza de ocupación.

El repliegue de las tropas en Irak: de la invasión al asesoramiento

Para entender el peso de este anuncio, hay que rebobinar el casete. La historia de las tropas en irak en el siglo XXI es una montaña rusa de decisiones políticas y consecuencias sangrientas. Arrancó con la invasión de 2003, una guerra basada en premisas que se demostraron falsas y que desmanteló el Estado iraquí, abriendo una caja de Pandora de violencia sectaria. Después de años de una ocupación durísima, vino un primer retiro bajo la administración de Obama, que muchos analistas consideran que dejó un vacío de poder que fue el caldo de cultivo perfecto para el nacimiento de ISIS.

Fue justamente el avance brutal de este grupo yihadista en 2014, que llegó a tomar Mosul, la segunda ciudad del país, y a controlar un tercio del territorio, lo que forzó el regreso de los militares estadounidenses. Pero esta vez, el rol era distinto. Ya no se trataba de una fuerza de combate masiva, sino de una coalición internacional liderada por Washington para asesorar, entrenar y dar apoyo aéreo a las fuerzas de seguridad iraquíes y a los peshmerga kurdos, que fueron la punta de lanza en el terreno. Esta misión fue la que ahora se da por concluida, al menos en su fase de combate. La idea es que las fuerzas iraquíes ya están lo suficientemente curtidas para bancarse solas la lucha contra los remanentes terroristas.

Un éxito con asteriscos: el fantasma de ISIS y la influencia de Irán

Si bien la derrota territorial del “califato” de ISIS fue un logro innegable, celebrar un “éxito” rotundo puede ser apresurado. La organización mutó. Ya no controla ciudades, pero sus células siguen activas en zonas desérticas y montañosas, llevando a cabo ataques de guerrilla, emboscadas y atentados. La gran pregunta es si el ejército iraquí, sin el paraguas de la inteligencia y el apoyo aéreo yanqui, podrá mantener la presión y evitar un resurgimiento.

Pero el otro jugador clave en este tablero es Irán. La retirada de las tropas en irak es una victoria estratégica para Teherán, que lleva años moviendo sus fichas para consolidar su influencia en Bagdad a través de partidos políticos y milicias chiitas armadas. La presión de estos grupos para expulsar a los norteamericanos ha sido constante, especialmente después del asesinato del general iraní Qasem Soleimani en un ataque con drones de EE.UU. en el aeropuerto de Bagdad en 2020. Aquel episodio puso a los dos países al borde de la guerra y provocó que el Parlamento iraquí votara una resolución pidiendo el fin de la presencia militar extranjera. La retirada, por lo tanto, también puede leerse como una concesión de Washington a la realidad política iraquí y a la imposibilidad de sostener un despliegue militar en un ambiente tan hostil.

El nuevo capítulo: ¿qué significa esta alianza de seguridad?

La letra chica del acuerdo es fundamental. El fin de la “misión de combate” no significa que todos los soldados estadounidenses se suban a un avión mañana mismo. Lo que se termina es el rol activo en las operaciones. Sin embargo, un contingente, seguramente más reducido y de perfil más bajo, permanecerá en el país con tareas de “asesoramiento, asistencia e intercambio de inteligencia”. Es un cambio de etiqueta que, en la práctica, busca calmar las aguas a nivel interno en Irak sin que Estados Unidos pierda por completo su pie en un país estratégicamente vital por su petróleo y su ubicación geográfica.

El propio asesor ministerial iraquí, Husein Alawi, ya había adelantado que el cronograma de retirada se completaría en las próximas semanas, cumpliendo con lo pactado un año antes entre Bagdad y Washington. El modelo a seguir es una alianza bilateral de seguridad, similar a la que EE.UU. tiene con otros países de la región. Mientras tanto, la situación en la vecina Siria es diferente. Allí, las operaciones militares de la coalición continuarán al menos hasta 2026, en un escenario mucho más complejo donde, además de ISIS, se cruzan los intereses de Rusia, Turquía, Irán y el régimen de Bashar al-Ásad. El repliegue de las tropas en irak, en definitiva, cierra una de las páginas más turbulentas de la política exterior estadounidense de las últimas décadas, pero abre nuevos interrogantes sobre el frágil equilibrio de poder en Medio Oriente.

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