5 consecuencias alarmantes de la suba del dólar en la economía argentina

by 20 de septiembre de 2025

Suba del dólar: cómo la economía real empieza a sentir el golpe

La suba del dólar en Argentina ya no es un fenómeno exclusivo del mercado financiero. En las últimas semanas, el avance vertiginoso de las distintas cotizaciones —con el dólar blue superando los $1.000— se ha colado en las decisiones empresariales, el consumo cotidiano y las expectativas sociales. La economía real comenzó a reflejar las tensiones que durante meses se concentraban en el terreno cambiario, y lo hace con efectos visibles: precios remarcados, ventas paralizadas, inversiones detenidas y una creciente sensación de incertidumbre.

En este contexto, las empresas, los hogares y el propio Estado se ven empujados a tomar decisiones en un escenario que cambia a diario, sin señales claras desde el frente político ni herramientas suficientes desde el frente económico. La devaluación silenciosa y progresiva convive con la aceleración inflacionaria y con la desconfianza en aumento.

Cómo impacta la suba del dólar en el día a día

Uno de los efectos más inmediatos del salto del dólar es la pérdida de referencia en los precios. Comercios de distintos rubros —tecnología, insumos médicos, alimentos importados, materiales de construcción— están modificando sus listas varias veces por semana. En algunos casos, directamente deciden no vender hasta tener mayor certidumbre sobre los costos de reposición.

Esta situación afecta tanto a los consumidores como a los propios comerciantes. Las familias se ven obligadas a priorizar gastos, suspender compras importantes o adelantar consumos ante posibles aumentos. Los negocios, en cambio, lidian con proveedores que no entregan o que cotizan en dólares, y con márgenes que se achican frente a un mercado cada vez más retraído.

Empresas que se detienen y pymes en alerta

Para el sector productivo, la suba del dólar significa más que una distorsión de precios: implica una amenaza directa a la continuidad operativa. Muchas pequeñas y medianas empresas (pymes), con menor capacidad de financiamiento y exposición directa al dólar por sus insumos, se ven forzadas a frenar producción, ajustar turnos o directamente suspender ventas.

A este panorama se suma la imposibilidad de planificar. En un contexto donde los costos cambian a diario y la demanda se retrae, tomar decisiones de mediano plazo se vuelve prácticamente imposible. El riesgo de una nueva crisis cambiaria o un ajuste brusco tras las elecciones paraliza toda proyección a futuro.

El Banco Central y los límites de su intervención

El Banco Central de la República Argentina (BCRA) enfrenta esta situación con herramientas cada vez más acotadas. La estrategia de crawling peg —una devaluación controlada y paulatina— pierde efectividad frente a un mercado que apuesta por un tipo de cambio más cercano al real. Las reservas netas, según estimaciones privadas, están en niveles mínimos, lo que limita la capacidad de intervención.

Además, la falta de consenso político y la debilidad institucional generan desconfianza. El sistema financiero percibe que no hay ancla clara: ni monetaria, ni fiscal, ni política. Y eso agrava la volatilidad.

Riesgos de estanflación y tensión social

Economistas advierten que el país está en la antesala de un escenario clásico de estanflación: alta inflación, actividad económica estancada y creciente tensión social. La suba del dólar potencia la presión sobre los precios y afecta el poder adquisitivo, mientras el empleo formal empieza a mostrar señales de enfriamiento, especialmente en sectores como comercio, industria y construcción.

La incertidumbre de cara a las elecciones, con propuestas dispares como la dolarización o la eliminación del Banco Central, alimenta el nerviosismo. La economía entra en modo defensivo, con decisiones congeladas, inversiones postergadas y un consumo en caída.

¿Cómo frenar el deterioro?

Los especialistas coinciden en que sin un plan económico creíble, con respaldo político y señales claras al mercado, será difícil contener la situación. No alcanza con controlar la cotización del dólar: es necesario recomponer la confianza, ordenar las variables macroeconómicas y generar previsibilidad.

De lo contrario, el impacto que hoy se siente en góndolas y comercios podría profundizarse y extenderse. La suba del dólar es apenas el síntoma más visible de un malestar más profundo que atraviesa a toda la economía argentina.

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