Río de Janeiro atraviesa una guerra urbana sin precedentes. La violencia entre el Comando Vermelho y las milicias paramilitares ha dejado más de 130 muertos, consolidando el episodio como la operación policial más letal de la historia carioca.
El conflicto no solo expone el poder de las organizaciones criminales, sino también la fragilidad del Estado brasileño para imponer el orden en una ciudad donde el narcotráfico y la corrupción conviven con la vida cotidiana.
Origen del Comando Vermelho
El Comando Vermelho (CV) nació a finales de los años 70 en la prisión de Isla Grande, cuando presos comunes y militantes políticos compartían celdas durante la dictadura militar. De esa convivencia emergió una estructura de cooperación y disciplina que dio origen a una organización criminal con ideología y jerarquía interna.
Bajo el lema “Paz, Justicia y Libertad”, el CV se transformó en los años 80 en un movimiento de control territorial en las favelas, donde la ausencia del Estado permitió su expansión.
Hoy, el Comando Vermelho no solo es una organización de narcotráfico: es un sistema de gobierno paralelo con leyes, castigos y tribunales propios.

El crecimiento del poder narco
Para 1990, el Comando Vermelho dominaba más del 90% de las favelas de Río. Sus “soldados” —jóvenes de menos de 20 años— gestionan los puntos de venta de drogas, mientras los líderes históricos, como Fernandinho Beira-Mar, continúan dirigiendo operaciones desde prisión.
Según la Universidade Federal Fluminense (UFF), el CV controla actualmente el 51,9% del territorio criminal de la región metropolitana, superando a las milicias en influencia.
Su estructura descentralizada permite que cada líder local gestione su propio territorio, manteniendo la cohesión por lealtad y miedo.
Las milicias: del orden al terror
Las milicias paramilitares surgieron en los años 2000 como “autodefensas comunitarias”. Integradas por ex policías, militares y agentes corruptos, se presentaron como una solución al narcotráfico. Durante un tiempo, lograron reducir delitos y ganarse el apoyo de vecinos y políticos.
Sin embargo, esa fachada de orden se convirtió en un sistema mafioso que controla territorios mediante el miedo y la extorsión. Cobran tasas por servicios básicos, gestionan redes ilegales de televisión e Internet (“gatonet”) y manejan el transporte informal.
Hoy, las milicias controlan cerca del 48% del territorio criminal de Río y más de 165 favelas.

La colisión de dos imperios criminales
El choque entre el Comando Vermelho y las milicias es una guerra de poder territorial y económico.
Mientras el CV se enfoca en la venta y transporte de drogas, las milicias explotan servicios urbanos ilegales.
Ambos sistemas coexisten en un equilibrio inestable, y cada vacío de poder genera nuevas masacres.
Barrios como Gardenia Azul, Rio das Pedras y Cidade de Deus son epicentros de esta guerra.
Cada operativo policial reaviva el conflicto: las detenciones o muertes de líderes abren espacio a nuevos enfrentamientos.
El impacto en la vida de los cariocas
Más de 3,7 millones de personas viven bajo el control directo de facciones criminales.
En las zonas del CV, los tiroteos son frecuentes y el control territorial se impone con violencia abierta.
En las zonas de milicias, el dominio se ejerce con terror silencioso, castigos ejemplares y censura social.
Para los habitantes de Río, la vida diaria transcurre entre la resignación y el miedo, sin confianza en la policía ni en la justicia.
Muchos vecinos denuncian que la presencia estatal se limita a las redadas, sin soluciones sostenibles.
El papel del Estado y la corrupción
La corrupción institucional es el mayor obstáculo para erradicar el crimen organizado en Río.
Numerosas investigaciones han revelado la colaboración de policías con ambas facciones: se han vendido armas, filtrado operativos y protegido zonas dominadas.
Incluso algunos políticos han sido acusados de mantener vínculos directos con líderes milicianos, como en el caso Marielle Franco, que expuso la profundidad de esa red.
Perspectivas futuras y desafíos de seguridad
El gobierno federal ha intentado responder con operativos masivos y planes de seguridad integrados, pero los resultados han sido efímeros.
Sin reformas profundas en las instituciones policiales y judiciales, la violencia seguirá reproduciéndose.
Expertos proponen un modelo mixto que combine inteligencia financiera, control territorial sostenido y políticas sociales, especialmente en las favelas jóvenes donde el CV recluta nuevos miembros.
¿Puede Río recuperar la paz?
Río de Janeiro enfrenta una batalla prolongada que redefine el concepto de seguridad urbana en América Latina.
El Comando Vermelho y las milicias son dos caras del mismo fenómeno: el vacío del Estado.
Mientras las balas siguen marcando el pulso de la ciudad, la pregunta persiste:
¿Podrá Río reconstruir la paz o está condenada a vivir entre guerras invisibles?



 
		 
                                
                              
		 
		 
		 
		 
		 
		 
		 
		 
		