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Unos 248 pandilleros recibieron penas en El Salvador de hasta 1.335 años

Un tribunal aplicó severas penas en El Salvador contra 248 maras culpables de homicidios y extorsión, en el marco del régimen de excepción vigente.

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Pandilleros condenados con penas en El Salvador

El Salvador impone condenas de hasta mil años a más de doscientos pandilleros

La Justicia de El Salvador ha marcado un nuevo hito en su ofensiva contra el crimen organizado al dictar sentencias que, en algunos casos individuales, superan con creces la expectativa de vida humana. En una resolución que resuena en toda la región, doscientos cuarenta y ocho integrantes de la Mara Salvatrucha (MS-13) recibieron duras penas en El Salvador, alcanzando en los casos más extremos los 1.335 años de prisión. Estos fallos judiciales se desprenden de una serie de procesos por delitos cometidos entre 2014 y 2022 en el departamento de La Libertad, una zona que durante años estuvo bajo el yugo de las clicas.

La magnitud de las sentencias responde a la acumulación de cargos probados por la Fiscalía General de la República. Las penas en El Salvador contra estos individuos abarcan un abanico criminal escalofriante: homicidios agravados, desapariciones forzadas, feminicidios, extorsión sistemática y tráfico ilícito de estupefacientes. Según el reporte oficial, los condenados pertenecían mayoritariamente a la facción Teclas Locos Salvatruchos (TLS), aunque también se vieron implicadas otras células operativas que mantenían el control territorial mediante la intimidación y la violencia armada.

Custodia policial y las penas en El Salvador

El régimen de excepción facilitó la aplicación de estas penas en El Salvador.

El desmantelamiento de las clicas y las penas en El Salvador

La investigación fiscal demostró que estos grupos no solo operaban como bandas aisladas, sino como una estructura jerárquica con una logística aceitada. La aplicación de estas penas en El Salvador se fundamenta en la responsabilidad de los maras sobre 43 homicidios agravados y 42 desapariciones de personas que habían mantenido en vilo a la comunidad de La Libertad. Entre los casos que más conmovieron a la opinión pública salvadoreña se encuentran el asesinato de los hermanos Guerrero Toledo en 2021 y el feminicidio de la joven futbolista Claudia Jimena Granados.

Las sentencias también contemplan el daño económico provocado por la estructura criminal. Durante años, las clicas establecieron bases operativas para planificar extorsiones contra comerciantes locales, exigiendo sumas que muchos no podían pagar. Esta presión asfixiante obligó al cierre masivo de negocios y alteró la paz cotidiana de los ciudadanos. Hoy, las penas en El Salvador buscan ser un mensaje de autoridad estatal, cerrando un ciclo de impunidad que permitió que las agrupaciones ilícitas ocuparan ilegalmente inmuebles y expandieran el tráfico de drogas en barrios residenciales.

Impacto del régimen de excepción y la estrategia de Bukele

Este proceso judicial se inscribe en el marco del régimen de excepción que rige en el país centroamericano desde marzo de 2022. Bajo esta medida, el gobierno de Nayib Bukele ha llevado adelante una detención masiva de sospechosos, superando ya los 90.000 arrestos. Si bien las penas en El Salvador son celebradas por gran parte de la población que recuperó la movilidad en sus barrios, la estrategia no está exenta de críticas por parte de organismos internacionales de derechos humanos, que cuestionan las garantías procesales y el hacinamiento carcelario.

No obstante, para el ciudadano de a pie en San Salvador o La Libertad, la condena de estos 248 pandilleros representa un alivio tangible. Las facciones implicadas, como los Ayagualos Locos y los Cangrejeras Locos, ejercían una gobernanza criminal que suplantaba al Estado en los sectores más vulnerables. Con estas penas en El Salvador, la justicia busca desarticular definitivamente la influencia de las clicas, enviando a sus líderes y colaboradores a cumplir condenas perpetuas en la práctica dentro del Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot).

Nayib Bukele y la política de penas en El Salvador

El gobierno celebra el impacto de las nuevas penas en El Salvador en la seguridad.

La reconstrucción del tejido social tras las condenas

Más allá de los años de cárcel dictados, el desafío para el gobierno salvadoreño radica ahora en la gestión de una paz que parece sostenerse sobre el control militar y judicial estricto. Las penas en El Salvador han servido para vaciar las calles de delincuentes, pero el país enfrenta el reto de reintegrar a las familias afectadas y reactivar la economía de los pequeños comercios que sobrevivieron a la extorsión. La fiscalía ha enfatizado que las investigaciones continuarán abiertas para localizar a otros implicados que aún podrían estar prófugos o bajo identidades falsas.

La dureza de las sentencias es vista por los analistas locales como una herramienta de disuasión necesaria en un contexto de guerra declarada contra las pandillas. Mientras las cifras de homicidios han caído a mínimos históricos en el país, las masivas penas en El Salvador consolidan el modelo de seguridad que Bukele pretende exportar a otros países de la región. Sin embargo, la acumulación de siglos de prisión en una sola persona plantea interrogantes sobre la operatividad del sistema penitenciario a largo plazo y la sostenibilidad de un modelo basado en el encarcelamiento a gran escala.

¿Podrá este sistema de condenas extraordinarias erradicar de forma permanente la cultura de las maras o estamos asistiendo simplemente a una tregua forzada por la fuerza del Estado?

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