¿Pecado o compasión? Posturas de católicos, protestantes y evangélicos ante la eutanasia

by 18 de agosto de 2025

La eutanasia, definida como la acción de provocar intencionalmente la muerte de una persona incurable para evitar su sufrimiento, es uno de los debates bioéticos más intensos y complejos de nuestro tiempo. Como creyente, quizás te preguntes: ¿qué dice la Biblia realmente sobre la eutanasia? ¿Existen posturas claras en el cristianismo? ¿Qué opinan los teólogos más influyentes sobre este tema tan delicado, y cuáles son los argumentos bíblicos que sustentan esas posturas?

A continuación, encontrarás un análisis exhaustivo sobre el enfoque bíblico de la eutanasia, la interpretación de los principales pasajes, las posiciones oficiales de católicos, protestantes y evangélicos, y el aporte de reconocidos teólogos. Este recorrido te permitirá comprender cómo la fe cristiana responde a uno de los dilemas morales más profundos de la modernidad.

¿La Biblia menciona la eutanasia? Principios bíblicos sobre la vida y la muerte

En primer lugar, es importante dejar claro que la Biblia no menciona explícitamente la eutanasia como la entendemos hoy. No hallarás relatos de “muerte asistida” ni términos específicos en las Escrituras. Sin embargo, los principios y valores fundamentales que atraviesan la Biblia han sido aplicados históricamente por la Iglesia al debate sobre la eutanasia.

El mensaje bíblico sobre la vida y la muerte es contundente: la vida es un don sagrado de Dios y solo Él tiene la potestad última sobre cuándo comienza y termina. En numerosas ocasiones, el texto bíblico condena el homicidio y el suicidio, y llama a cuidar de los vulnerables y sufrientes.

Antiguo Testamento: La sacralidad de la vida

En el Antiguo Testamento, la vida humana es considerada sagrada porque es obra directa de Dios. El famoso mandamiento “No matarás” (Éxodo 20:13) es la base ética sobre la que se han construido las doctrinas sobre el respeto a la vida. Tradicionalmente, este precepto se ha entendido como una prohibición de quitar la vida inocente bajo cualquier circunstancia, incluyendo acciones motivadas por la compasión.

El Deuteronomio 32:39 declara: “Yo doy la muerte y doy la vida”, reafirmando la soberanía absoluta de Dios sobre la existencia. Por su parte, en Eclesiastés 8:8, se afirma: “No hay hombre que tenga potestad sobre el día de la muerte”. El relato de Job 30:23 también refleja que sólo Dios determina el momento final.

Las narraciones históricas son igualmente ilustrativas. Por ejemplo, cuando el rey Saúl, gravemente herido, pide que lo maten para evitar caer prisionero, su escudero se niega (1 Samuel 31:4). Más tarde, un soldado confiesa a David haber dado muerte a Saúl para “acabar con su sufrimiento”, pero David lo condena por matar al ungido de Dios (2 Samuel 1:9-16). Esta historia ha sido interpretada tradicionalmente como un rechazo bíblico a cualquier forma de eutanasia o asistencia al suicidio.

Nuevo Testamento: El valor de la vida y la esperanza cristiana

El Nuevo Testamento no hace referencia directa a la eutanasia, pero reafirma principios esenciales. Jesús ratifica el mandamiento de “no matar” (Mateo 19:18). Pablo, en su carta a los Romanos, dice: “Sea que vivamos o que muramos, del Señor somos” (Romanos 14:8), subrayando que la vida y la muerte pertenecen a Dios.

Otro argumento bíblico relevante lo aporta 1 Corintios 6:19: “¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo… y que no sois vuestros?”, recordando que la vida humana no es una posesión individual, sino un don que se administra ante Dios.

Jesús, durante su ministerio, mostró siempre compasión con los enfermos, pero nunca sugirió terminar con la vida de quien sufría; al contrario, sanó y acompañó. El sufrimiento, aunque misterioso y duro, es presentado en el Nuevo Testamento como una realidad que puede tener propósito (Romanos 5:3-4; Santiago 1:2-4), pero nunca se justifica acortar deliberadamente la vida.

En Hebreos 9:27 se enseña que la muerte tiene un momento fijado por Dios: “está establecido que los hombres mueran una sola vez, y después el juicio”. Finalmente, Apocalipsis promete que Dios enjugará toda lágrima, y no habrá más muerte ni dolor (Apocalipsis 21:4), lo cual da esperanza al creyente en medio del sufrimiento.

Postura oficial de la Iglesia Católica sobre la eutanasia

La Iglesia Católica mantiene una posición categórica: la eutanasia, en cualquier forma, es un acto moralmente inadmisible. Esta postura está respaldada tanto por la doctrina tradicional como por documentos oficiales contemporáneos.

Documentos clave y doctrina oficial

En la declaración Iura et Bona (1980), la Congregación para la Doctrina de la Fe reafirma que la eutanasia es “una grave violación de la ley de Dios”. Esta doctrina fue confirmada por San Juan Pablo II en su encíclica Evangelium Vitae (1995): “la eutanasia es una grave violación de la ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana”.

El Catecismo de la Iglesia Católica (número 2277) es contundente: “Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable… constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador”.

Diferenciación entre eutanasia y rechazo de tratamientos desproporcionados

La Iglesia distingue claramente entre la eutanasia activa (provocar la muerte) y la aceptación del final natural (dejar de aplicar tratamientos desproporcionados o inútiles). Negarse a un encarnizamiento terapéutico, o administrar analgésicos aunque puedan acortar indirectamente la vida, es lícito si la intención es aliviar el dolor y no provocar la muerte.

La Carta Samaritanus Bonus (2020) reafirma esta distinción y promueve los cuidados paliativos, considerando que la verdadera compasión es acompañar y aliviar el dolor, no eliminar a quien sufre.

Conclusión católica

En síntesis, para el catolicismo la eutanasia es un pecado grave y ninguna ley humana puede legitimar un acto que la Iglesia considera un “crimen” contra la dignidad humana y la soberanía de Dios. Se permite dejar morir en paz cuando no hay esperanza médica y se respalda el uso de analgésicos, pero nunca la acción directa para acabar con la vida.

Visión de las iglesias protestantes: consenso, diversidad y matices

El protestantismo histórico comparte con el catolicismo la defensa de la santidad de la vida y el rechazo a la eutanasia activa. Sin embargo, debido a su estructura descentralizada, existen diferencias notables entre denominaciones y regiones.

Postura mayoritaria

La mayoría de las iglesias protestantes tradicionales (anglicanos, luteranos, presbiterianos, metodistas, bautistas) sostienen que la vida humana es un don de Dios y que sólo Él puede decidir su fin. Han emitido declaraciones oficiales en contra de la eutanasia y el suicidio asistido. Por ejemplo, la Iglesia Episcopal afirmó en 1991 que causar deliberadamente la muerte de un ser humano para aliviar el sufrimiento es “moralmente incorrecto e inaceptable”.

La Convención Bautista del Sur y las Asambleas de Dios han rechazado públicamente la eutanasia, defendiendo el deber cristiano de acompañar y aliviar el dolor sin acortar la vida activamente.

Matices y diversidad interna

Algunas iglesias protestantes liberales muestran mayor apertura a debatir sobre la eutanasia. Por ejemplo, la United Church of Christ apoya la libertad de conciencia del paciente terminal y su derecho a decidir sobre su final. La Iglesia de Inglaterra rechaza la eutanasia activa pero acepta la eutanasia pasiva bajo estrictos criterios médicos y éticos. En Canadá, la United Church ha comenzado a mostrar cierta aceptación al suicidio asistido tras su legalización, siempre como último recurso y con supervisión ética.

Sin embargo, estos enfoques progresistas son excepciones. El consenso protestante tradicional sigue siendo el rechazo de la eutanasia activa, promoviendo en cambio cuidados paliativos y acompañamiento espiritual.

Postura de las iglesias evangélicas: defensa intransigente de la vida

Las iglesias evangélicas, centradas en la autoridad bíblica y el valor de la vida desde una perspectiva conservadora, mantienen una de las posturas más firmes contra la eutanasia.

Argumentos teológicos

Los evangélicos afirman que la vida tiene valor intrínseco, incluso en el sufrimiento, porque toda persona es creada a imagen de Dios. La National Association of Evangelicals ha declarado que no existe circunstancia que justifique la eutanasia; la dignidad humana prohíbe activamente causar la muerte de alguien.

Iglesias como las Asambleas de Dios, Adventistas del Séptimo Día y bautistas evangélicos consideran la eutanasia y el suicidio asistido como pecados equivalentes al homicidio o suicidio, y promueven leyes para prohibir tales prácticas.

Énfasis en el acompañamiento

El movimiento evangélico insiste en que la respuesta correcta es acompañar al enfermo, orar por sabiduría y confiar en Dios hasta el final natural. Se teme que la legalización de la eutanasia lleve a una desvalorización social de la vida de ancianos, discapacitados y personas vulnerables.

Conclusión evangélica

La cristiandad evangélica, entonces, rechaza de plano la eutanasia y promueve una cultura de cuidado, compasión y respeto por la vida, en sintonía con el mensaje bíblico y la tradición cristiana.

Opiniones de teólogos cristianos reconocidos: argumentos en contra y a favor

Teólogos contrarios a la eutanasia

La postura dominante entre los teólogos cristianos es el rechazo a la eutanasia. Ya en el siglo V, San Agustín sostenía que no es lícito matar a otro, ni siquiera por compasión. Santo Tomás de Aquino argumentó que la vida es un bien otorgado por Dios, no disponible para el arbitrio humano.

En el siglo XX, figuras como Dietrich Bonhoeffer y Juan Pablo II denunciaron la eutanasia como una “perversión de la misericordia”, defendiendo el valor del sufrimiento y la importancia del acompañamiento hasta el final natural. Teólogos evangélicos como John Stott y Stanley Hauerwas insisten en que la eutanasia traiciona la vocación cristiana de cuidar a los vulnerables y acompañar en el dolor.

Teólogos a favor de la eutanasia en circunstancias extremas

Una corriente minoritaria de teólogos cristianos sostiene que, en casos de sufrimiento extremo e irreversible, la eutanasia voluntaria podría ser un acto de compasión y dignidad. El teólogo católico suizo Hans Küng defendió la posibilidad de una “muerte digna”, argumentando que la libertad responsable otorgada por Dios podría incluir la decisión sobre el propio morir. El arzobispo anglicano Desmond Tutu llegó a respaldar el derecho a una muerte asistida para enfermos terminales, invocando los valores de compasión y justicia.

Sin embargo, incluso estos teólogos proponen condiciones estrictas: consentimiento voluntario, enfermedad terminal, ausencia de alternativas paliativas y supervisión ética rigurosa. Estas posturas generan intenso debate y siguen siendo excepcionales dentro del mundo cristiano.

Conclusiones: consenso cristiano y dilemas contemporáneos

Analizando los textos bíblicos y las enseñanzas históricas, el cristianismo mayoritario concluye que la eutanasia no es moralmente aceptable. La Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, presenta la vida como un don divino inviolable y rechaza la acción deliberada de acortar la existencia. Las tres ramas principales del cristianismo —católicos, protestantes y evangélicos— coinciden en la condena a la eutanasia, promoviendo el acompañamiento, el alivio del sufrimiento y el respeto por la voluntad de Dios.

Aunque existen algunas voces cristianas que apelan a la compasión y la autonomía personal para justificar la eutanasia en circunstancias límite, estas opiniones siguen siendo minoritarias y polémicas.

En definitiva, la fe cristiana llama a defender la vida, incluso en medio del sufrimiento, y a confiar en la providencia divina. La pregunta permanece abierta para el discernimiento individual y colectivo: ¿cómo vivir la auténtica compasión y el respeto por la dignidad humana al enfrentar el misterio del sufrimiento y la muerte?


¿Cuál crees tú que es la respuesta cristiana más fiel al mensaje de Jesús frente a la eutanasia en los tiempos que vivimos? Te invito a dejar tu opinión y aportar a este debate tan relevante.

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