Gustavo Salle contra Feinmann: el diputado uruguayo que desnudó el blindaje mediático argentino
En una entrevista que ya circula como pólvora en redes sociales, el diputado uruguayo Gustavo Salle protagonizó un cruce explosivo con el periodista argentino Eduardo Feinmann, dejando al descubierto no solo las tensiones entre ambos países, sino también las contradicciones del discurso mediático dominante en Argentina.
Lo que comenzó como una conversación sobre política internacional terminó en un duelo verbal sin filtros, donde Salle expuso con crudeza lo que considera el verdadero entramado de intereses financieros, geopolíticos y mediáticos que afectan a la región. Y lo hizo sin pedir permiso.
Un discurso incómodo para el poder
Salle no se guardó nada. Denunció que Uruguay —y en particular Punta del Este— se ha convertido en un lavadero de dinero sucio proveniente de Argentina, alimentado por empresarios corruptos, evasores fiscales y operadores financieros vinculados al poder político. “Aquí viene la guita con sangre de Argentina, de las villas miserias”, disparó el diputado, en referencia al origen social del dinero que, según él, termina blanqueado en el sistema uruguayo.
Feinmann, visiblemente incómodo, intentó desviar el foco acusando a Salle de antisemitismo. Pero el diputado respondió con firmeza: “Soy defensor del pueblo semita. Los niños palestinos son semitas. Mucho más semitas que muchos que se dicen semitas”. La frase, lejos de ser una provocación, fue parte de una argumentación más amplia sobre el conflicto en Medio Oriente y el rol de Israel en la devastación de Gaza.
La incomodidad de Feinmann
Feinmann, acostumbrado a tener el control del micrófono, se vio desbordado por un Salle que no solo conoce el terreno político, sino que maneja datos, nombres y contextos con precisión quirúrgica. Cuando el periodista intentó descalificarlo, el diputado lo apabulló con referencias a la guerra de Malvinas, el rol de Uruguay en ese conflicto, y la complicidad de gobiernos latinoamericanos con el imperialismo financiero.
“Estamos condenados por lo mismo: el capital corporatocrático internacional, que no tiene estados, ni ideología, ni moral”, sentenció Salle, dejando en claro que su crítica no es contra pueblos, sino contra estructuras de poder que trascienden fronteras.
🗣️ «Antisemita» y «nazi»
El cruce de Feinmann @edufeiok con el diputado uruguayo Gustavo Salle por Israel y el Gobierno de Javier Milei.@radiomitre https://t.co/SgHDDuEUZO pic.twitter.com/6XsyZW2BE9
— bardeonews (@bardeonews) October 7, 2025
¿Quién incomoda más?
Lo que quedó claro en esta entrevista es que Gustavo Salle incomoda. Incomoda a los medios que operan como voceros del poder. Incomoda a los gobiernos que prefieren mirar para otro lado. Incomoda a los periodistas que se sienten dueños de la verdad. Pero sobre todo, incomoda porque dice lo que muchos piensan y pocos se animan a decir.
Su denuncia sobre el lavado de dinero en Uruguay, el rol de bancos vinculados al sionismo financiero, y la complicidad de sectores políticos con el narcotráfico, no son nuevas. Pero esta vez, las dijo en la cara de uno de los periodistas más influyentes de Argentina, y lo hizo sin titubear.
¿Antisemitismo o crítica al poder?
La estrategia de Feinmann fue clara: intentar encasillar a Salle como antisemita para deslegitimar su discurso. Pero el diputado respondió con argumentos, diferenciando entre el pueblo judío y las estructuras financieras que operan bajo su bandera. “No confundan. No soy antisemita. Soy crítico del sionismo financiero que saquea a nuestros pueblos”, aclaró.
La diferencia es clave. Mientras Feinmann apelaba a la emocionalidad y la estigmatización, Salle se mantuvo firme en su análisis político y económico, dejando en evidencia la fragilidad del discurso mediático argentino cuando se lo confronta con datos duros.
Un llamado a despertar
Más allá del cruce personal, lo que dejó esta entrevista es un llamado a despertar. A mirar más allá de los titulares. A cuestionar quién financia qué. A entender que la libertad de prensa no siempre es libertad de pensamiento, y que los micrófonos también pueden ser armas de manipulación.
Gustavo Salle no es un improvisado. Es abogado, diputado, y un férreo defensor de la soberanía nacional. Su discurso puede incomodar, pero es coherente, informado y profundamente latinoamericano.
Feinmann, por su parte, quedó atrapado en su propio juego. Intentó descalificar, pero terminó desbordado. Y eso, en política y en periodismo, es señal de que algo está cambiando.