Casa Rosada: ambiente interno y desafíos políticos tras el resultado
La Casa Rosada vivió una jornada de alta actividad institucional con reuniones y consultas internas mientras el Gobierno procesa el golpe electoral en la provincia de Buenos Aires. Javier Milei convocó a su gabinete para analizar el impacto político y pensar la hoja de ruta hacia octubre, en un contexto donde la gestión exige mostrar orden y coordinación. En los despachos se interpretó el resultado como un llamado de atención que obliga a ajustar la estrategia sin caer en cambios abruptos de gabinete.
Desde temprano circularon funcionarios y asesores en las áreas restringidas de la sede presidencial, en encuentros que privilegiaron la discreción por sobre la puesta en escena pública. La figura de Santiago Caputo, que apareció en el búnker y subió al escenario junto al Presidente, fue leída por varios en la Casa Rosada como una señal de mayor centralidad de su equipo. Otros operadores, como Guillermo Francos y algunos ministros de primera línea, mantuvieron presencia constante para ordenar la respuesta política.
En ese escenario, el núcleo cercano a Caputo apostó por reforzar la coordinación antes que por una limpia amplia en el gabinete, con la idea de transmitir calma a los mercados y evitar trastornos institucionales. Desde el sector económico se bajó la misma línea: no hay plan de sustituciones inmediatas, pero sí pedido de mayor sincronía entre decisiones y comunicación. El equipo financiero mantuvo su núcleo —Caputo y el presidente del Banco Central entre los nombres señalados— mientras se negocian en privado pasos sobre la política cambiaria y la agenda fiscal.
La tensión interna tiene varias aristas: están los que reclaman marcar diferencias tácticas entre el Gobierno y la estructura partidaria; y los que quieren cerrar filas para minimizar desgaste. En ese entramado, referentes territoriales y armadores como Sebastián Pareja y Eduardo “Lule” Menem aparecen como piezas relevantes de la definición de candidaturas para octubre. La Casa Rosada analiza ahora cómo combinar esa logística territorial con una narrativa que recupere votantes y sostenga la gobernabilidad.
Política y mercado convergen en un mismo problema: el Gobierno necesita señales de orden que bajen el nerviosismo financiero sin mostrar claudicaciones internas. Algunos ministros y asesores sostienen que los cambios de nombres no son el mensaje adecuado; otros consideran imprescindible revisar la puesta a punto de la gestión para evitar que la interna erosione la ejecución. En medio de ese debate, Milei propuso una segunda reunión por la tarde para avanzar en decisiones más concretas.
La convocatoria dejó asimismo la marca de la autocrítica pública: el Presidente admitió que el resultado fue un revés y prometió correcciones. Eso, en la práctica, obliga a traducir autocrítica en medidas visibles: coordinación operativa, acuerdos con gobernadores y mayor claridad hacia el electorado. Las próximas semanas serán clave para medir si la Casa Rosada logra convertir la inquietud postelectoral en una propuesta coherente que funcione en la campaña de octubre y sostenga la gestión.