La venta del Maracaná reaviva la polémica en Río de Janeiro
La venta del Maracaná volvió a encender la discusión pública en Río de Janeiro, luego de que el gobierno estatal incluyera al icónico estadio y a la Aldeia Maracaná en una nueva lista de propiedades que planea privatizar. La medida fue aprobada por la Comisión de Constitución y Justicia (CCJ) del Alerj este miércoles 22 de octubre, y ya despierta críticas por su impacto cultural y simbólico.
Según detalla el diario O’Globo, la CCJ dio luz verde al Proyecto de Ley Complementario 40/25, que regula la venta de bienes públicos en el estado. En el nuevo texto, se eliminaron 16 propiedades de la lista original y se añadieron 30 más, entre ellas el Complejo Maracaná, sumando ahora un total de 62 inmuebles a vender.

Un estadio que trasciende el fútbol
El informe que acompañó la propuesta fue elaborado por un grupo de trabajo encabezado por el diputado Alexandre Knoploch (PL). Entre los criterios definidos, se decidió excluir propiedades con uso social o educativo, como el Complejo Caio Martins, el Batallón Leblon o la Escuela de Música Villa-Lobos. Sin embargo, incluir el Maracaná en la lista encendió las alarmas: no se trata de un bien cualquiera, sino de un símbolo de identidad brasileña.
La noticia se conoció horas antes de un partido crucial por las semifinales de la Copa Libertadores, entre Flamengo y Racing Club de Avellaneda, programado para las 21:30 (hora local) y transmitido por ESPN y Disney+. En plena euforia futbolera, la idea de vender el estadio más famoso del país parece, para muchos, una provocación.
Antecedentes: cuando Eike Batista quiso comprar el Maracaná
No es la primera vez que se habla de la venta del Maracaná. En 2011, el empresario Eike Batista, por entonces el hombre más rico de Brasil, había anunciado su intención de comprar el estadio. Lo hizo a través de su empresa IMX, creada para expandirse en el negocio del deporte y el entretenimiento, en un contexto de grandes eventos deportivos como el Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
Aquel intento no prosperó, pero marcó el comienzo de una larga serie de propuestas privadas para explotar el estadio. Hoy, más de una década después, el debate vuelve a instalarse, pero en un escenario económico y político muy distinto.
El valor histórico del Maracaná
Inaugurado en 1950, el Estadio Maracaná es mucho más que un campo de fútbol. Fue escenario de dos finales de la Copa del Mundo y testigo de momentos imborrables. La primera, el 16 de julio de 1950, quedó grabada en la memoria de los uruguayos como el “Maracanazo”: Uruguay venció 2-1 a Brasil ante más de 200.000 espectadores, en uno de los hitos más grandes del deporte mundial.

La segunda final mundialista se jugó en 2014. Esta vez, la historia fue diferente: Argentina, liderada por Lionel Messi, perdió ante Alemania por 1-0 en la prórroga, con el recordado gol de Mario Götze.
Más allá de los resultados, el Maracaná representa la pasión, la memoria y el alma del fútbol sudamericano. Por eso, la posibilidad de su venta despierta tanto rechazo entre hinchas y defensores del patrimonio cultural.
Una decisión que divide a Río
El futuro del estadio aún no está definido. Algunos sectores sostienen que la venta del Maracaná podría garantizar su mantenimiento y reducir el gasto público. Otros, en cambio, advierten que privatizar un símbolo nacional equivale a vender una parte de la identidad brasileña.
Mientras tanto, el tema seguirá en el debate legislativo del Alerj, donde se espera una votación definitiva en las próximas semanas.
Más allá del debate político, el proyecto que pone al Maracaná en venta vuelve a abrir una discusión profunda sobre la gestión del patrimonio público en Brasil. Lo que está en juego no es solo un estadio, sino un ícono cultural que representa la identidad futbolera y la memoria colectiva de millones de personas.