Narcotráfico en el Pacífico: la ofensiva de precisión que deja dos bajas

La política exterior de la Casa Blanca ha pasado de la retórica a la acción letal en aguas internacionales de la región. Estados Unidos ejecutó un nuevo ataque de precisión contra una embarcación cargada con estupefacientes, marcando un hito en la lucha contra el narcotráfico en el Pacífico oriental. El operativo, desarrollado este lunes bajo la conducción directa del secretario de Defensa, Pete Hegseth, fue llevado a cabo por la Fuerza de Tarea Conjunta Southern Spear en una zona crítica para el tránsito de sustancias ilegales.

Según el comunicado oficial emitido por el Comando Sur, la nave fue identificada como un activo operado por organizaciones terroristas que utilizan estas rutas marítimas para financiar sus estructuras. Tras la detección por parte de la inteligencia militar estadounidense, se autorizó el fuego que resultó en la muerte de dos hombres señalados como narcoterroristas. Este episodio no es un hecho aislado, sino que forma parte de una estrategia de saturación que busca asfixiar las rutas del narcotráfico en el Pacífico y el Caribe.

La estrategia del Pentágono frente a las rutas internacionales

El despliegue de la Southern Spear responde a una lógica de «tolerancia cero» impuesta por la administración Trump para este año. Las imágenes difundidas por las autoridades muestran el momento exacto en que la embarcación queda envuelta en llamas tras el impacto, quedando a la deriva en un corredor clave para el narcotráfico en el Pacífico. Para Washington, estas operaciones de interdicción marítima son fundamentales para cortar los flujos de dinero que, aseguran, terminan financiando a regímenes adversarios, con Caracas como foco principal.

El incremento de las intervenciones marítimas desde septiembre ha sido notorio, con decenas de ataques similares que buscan desmantelar el andamiaje logístico del narcotráfico en el Pacífico. No se trata únicamente de incautar la droga, sino de neutralizar la capacidad operativa de los grupos que la transportan bajo la figura de seguridad hemisférica. Hasta el momento, las fuerzas estadounidenses no han reportado bajas en estas misiones de alto riesgo, lo que demuestra una superioridad tecnológica que pone en jaque a las organizaciones criminales.

El impacto político de la destrucción de instalaciones terrestres

A la par de los ataques en el mar, el presidente Donald Trump confirmó recientemente que la ofensiva ha llegado a tierra firme. El mandatario aseguró que una «gran instalación» en la costa venezolana fue volada por los aires hace dos noches, por ser considerada un centro de despacho estratégico para el narcotráfico en el Pacífico y el Atlántico. Los golpeamos muy duro», declaró Trump, vinculando directamente la comercialización de crudo y estupefacientes con el sostenimiento de la inestabilidad política en Sudamérica.

Esta presión integral busca generar un efecto de pinzas sobre el régimen de Nicolás Maduro y sus aliados regionales. La destrucción de infraestructura y el hundimiento de naves dedicadas al narcotráfico en el Pacífico pretenden asfixiar económicamente a quienes facilitan el transporte ilícito hacia Estados Unidos y Europa. Según datos oficiales, más de un centenar de personas han perdido la vida en estos operativos desde que se intensificó la campaña, lo que refleja un escenario de conflicto armado de baja intensidad.

Seguridad regional y el futuro de las rutas marítimas

El Comando Sur ha subrayado que no bajará el ritmo de las operaciones para garantizar la seguridad regional en un año que se perfila como decisivo para la geopolítica. El objetivo es evitar que el océano se convierta en un corredor seguro para actividades que Washington califica de terroristas. Con el apoyo de inteligencia de precisión, se espera que los ataques contra el narcotráfico en el Pacífico continúen de forma quirúrgica, priorizando la neutralización de amenazas antes de que las mismas logren acercarse a las costas.

Además de los disparos directos, Estados Unidos ha reforzado la interdicción de buques petroleros sancionados que operan en la zona. Esta combinación de fuego militar y sanciones económicas busca desarticular por completo la cadena de suministro del narcotráfico en el Pacífico. La administración actual defiende la legitimidad de estas acciones basándose en la necesidad de proteger la salud pública y la seguridad nacional frente a lo que consideran una agresión externa financiada por el crimen organizado transnacional.

¿Logrará esta demostración de fuerza militar en el mar desalentar realmente a los cárteles o simplemente forzará la creación de rutas todavía más remotas y peligrosas en el Cono Sur?