Uruguay Al Día
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La advertencia de la casa blanca: Trump no descarta intervención en Venezuela
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, volvió a tensar la cuerda diplomática y militar en el continente americano. En una entrevista concedida a la revista Politico, el mandatario no descartó de plano una intervención militar en Venezuela y se mostró categórico al afirmar que para Nicolás Maduro “tiene los días contados”. Esta declaración reubica, una vez más, la relación entre Washington y la dictadura venezolana en el centro de la polémica internacional.
Si bien el presidente evadió responder de forma directa sobre la posibilidad de enviar tropas terrestres, su silencio fue interpretado como una ratificación de la amenaza. “No comento eso”, se excusó ante la pregunta sobre un eventual despliegue, justificando su reserva en que se trata de una “estrategia militar” sobre la que no puede revelar datos sensibles. Esta ambigüedad, lejos de calmar, es parte de la estrategia de presión que mantiene viva la posibilidad de que Trump no descarta intervención en Venezuela.
Vínculos criminales: la acusación de maduro narcoterrorista
En el mismo intercambio con Politico, Trump reforzó su argumento para una acción directa al acusar al régimen de Caracas de actividades delictivas transnacionales. Aseguró que la dictadura venezolana habría enviado a Estados Unidos personas vinculadas a crímenes serios. Entre ellas, indicó que habría individuos provenientes de prisiones y de instituciones psiquiátricas, así como personas ligadas a redes de narcotráfico.
El mandatario se detuvo particularmente en el Tren de Aragua, la peligrosa organización criminal venezolana. Describió una expansión de esta red en el continente, ligada directamente al Cártel de los Soles, una organización señalada por Washington de funcionar sobre el andamiaje del propio Estado venezolano. La acusación del presidente estadounidense es grave, sugiriendo que la dictadura chavista está usando la crisis migratoria para exportar crimen y desestabilizar la frontera sur de EEUU. Esto fortalece la tesis de que Trump no descarta intervención en Venezuela como un acto de autodefensa.
La operación “lanza del sur”: el despliegue de 15.000 efectivos
Las declaraciones de Trump se difunden en un contexto de altísima tensión regional, marcada por la avanzada militar denominada Operación Lanza del Sur. Esta ofensiva, anunciada por el gobierno estadounidense en noviembre de 2025, está destinada oficialmente a combatir el tráfico de drogas ilícitas y el denominado “narcoterrorismo” en el hemisferio occidental. Esta premisa ha sido la bandera de Trump para defender la necesidad de “expulsar a los narcoterroristas del hemisferio occidental”.
La operación es liderada por el Comando Sur de Estados Unidos e implica un despliegue sin precedentes en la zona. Incluye la movilización del portaaviones USS Gerald Ford, que llegó al Caribe en noviembre. El grupo de ataque del portaaviones opera junto con destructores, un crucero, un submarino y aeronaves de vigilancia P-8 Poseidón. En total participan unos 15.000 efectivos militares, de los cuales 4.000 son marines. Esta demostración de fuerza es el músculo detrás de la posibilidad de que Trump no descarta intervención en Venezuela.
La respuesta del régimen de caracas y el derecho internacional
La dictadura venezolana, como era de esperar, rechazó de plano la operación y la calificó como una “escalada guerrerista” inaceptable. Como medida defensiva, el régimen chavista anunció el despliegue de 200.000 militares propios. La respuesta oficial de Caracas incluyó advertencias explícitas sobre posibles incidentes en rutas marítimas empleadas por las fuerzas estadounidenses, en una escalada verbal y de tensión que no cesa.
En medio de la Operación Lanza del Sur, Estados Unidos confirmó varios ataques exitosos contra embarcaciones vinculadas al narcotráfico en el Caribe y el Pacífico Oriental, con incidentes que dejaron víctimas fatales. Las autoridades estadounidenses defienden que las lanchas destruidas transportaban narcóticos e iban por rutas identificadas por agencias de inteligencia. Sin embargo, países aliados, como México, han establecido protocolos estrictos para que las intercepciones en aguas internacionales sean realizadas por sus propias autoridades, buscando evitar acciones unilaterales que violen las normas y el espíritu del derecho internacional. Esto refleja la preocupación regional sobre la legalidad de las acciones, incluso si Trump no descarta intervención en Venezuela en su retórica.
La conexión florida y doral: el vínculo político del régimen de caracas
Al justificar su postura contra Maduro, Trump mencionó la importancia del “pueblo venezolano” y destacó su vínculo personal y político con comunidades de origen venezolano en Florida. Mencionó su relación con residentes de Doral, donde opera un complejo de su propiedad, y señaló que el apoyo recibido por parte de votantes venezolanos en Estados Unidos marcó su percepción sobre la diáspora. Esta mención no es casual, ya que el electorado cubano y venezolano en Florida es clave en la estrategia electoral republicana.
El presidente afirmó que muchos de esos ciudadanos “contribuyen” al país, un comentario que enmarca su postura migratoria, la cual prioriza recibir personas que, a su juicio, aporten a la nación. Esta dimensión política interna es fundamental para entender por qué la Trump no descarta intervención en Venezuela sigue siendo una herramienta discursiva y de presión tan fuerte. La crisis de la dictadura venezolana y la diáspora se han convertido en temas de política doméstica en Estados Unidos, trascendiendo las fronteras.
El peso de las amenazas: ¿es creíble que Trump no descarta intervención en Venezuela?
La persistencia del presidente Trump en mantener abierta la opción militar genera un clima de incertidumbre en el hemisferio. Si bien los analistas coinciden en que una invasión terrestre es el escenario menos probable, la intensificación de las operaciones navales y aéreas en el Caribe representa un riesgo de incidentes. La retórica de que Trump no descarta intervención en Venezuela obliga al régimen chavista a mantener un alto despliegue defensivo, lo que agota sus recursos y mantiene la presión sobre la cúpula.
El factor de la ‘Estrategia de Seguridad Nacional’ de Trump, que la izquierda regional ya condenó, parece privilegiar las acciones punitivas directas y el unilateralismo sobre los espacios multilaterales de diálogo. La pregunta que queda flotando es: ante la grave denuncia de que el régimen de Maduro es un “narcoterrorista” que exporta criminales, ¿es la acción militar unilateral el único camino que le queda a Washington, o existe margen para que la diplomacia regional, por ejemplo a través de la OEA, recupere la iniciativa?