Caen en Perú dos prófugos por el triple femicidio que conmueve a Argentina

by 1 de octubre de 2025

El triple femicidio de Morena Verri, Brenda del Castillo y Lara Gutiérrez, tres pibas cuyos cuerpos fueron hallados en una casa del horror en Florencio Varela, sumó un capítulo clave a miles de kilómetros de distancia. La investigación, que mantiene en vilo a la provincia de Buenos Aires y a todo un país, cruzó la frontera y derivó en la detención en Perú de dos hombres sindicados como piezas centrales del crimen, ocurrido hace poco más de una semana y que generó una conmoción profunda, un mazazo que se sintió con una fuerza inusitada a ambos lados del Río de la Plata.

La noticia fue confirmada este martes por la ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, quien a través de sus redes sociales anunció la captura de Matías Agustín Ozorio, de 28 años. El joven, que se había esfumado tras el hecho, fue localizado en Lima, la capital peruana, gracias a un operativo coordinado que demuestra cómo, a veces, las fronteras se vuelven permeables cuando la búsqueda de los responsables de un delito de esta magnitud se convierte en una prioridad. La cooperación internacional, en este caso, funcionó como un engranaje preciso para cerrar el cerco sobre los prófugos.

En su comunicación, la ministra destacó el laburo conjunto entre la Policía Nacional de Perú y la división de Interpol de la Policía Federal Argentina (PFA). Bullrich adelantó que el siguiente paso es tramitar la extradición de Ozorio para que sea procesado por la justicia argentina, donde se lo acusa de ser uno de los partícipes directos en el triple femicidio. Para las familias, que viven una pesadilla interminable, esta captura representa un primer paso, una luz tenue en medio de la oscuridad más absoluta.

Poco tiempo después, un segundo anuncio completó la jornada. También en Lima, pero en el distrito de Pucusana, cayó Tony Janzen Valverde Victoriano, un joven de 20 años conocido con el alias de ‘Pequeño J’. Según fuentes gubernamentales citadas por el diario La Nación, a él se lo considera el autor intelectual del asesinato, la mente detrás del plan macabro. “Cuando se trabaja con decisión y coordinación, los delincuentes no tienen dónde esconderse. El que las hace, las paga”, afirmó Bullrich al informar sobre esta segunda captura, subrayando la efectividad de una colaboración policial que se movió con celeridad para evitar que la impunidad se instalara en este caso.

Un triple femicidio que expuso la brutalidad al desnudo

Con estas dos detenciones, ya son nueve las personas arrestadas en el marco de una investigación que se revela cada vez más compleja. El caso sacudió a la opinión pública no solo por la edad de las víctimas, que tenían entre 15 y 20 años, sino también por la crueldad exhibida y la forma en que el horror fue expuesto. Morena, Brenda y Lara habían desaparecido en La Matanza, un extenso y poblado partido del conurbano bonaerense. Días después, sus cuerpos fueron encontrados descuartizados en una vivienda de Florencio Varela, a unos 40 kilómetros de distancia, en lo que los investigadores describieron como una escena dantesca.

Lo que distingue a este triple femicidio y lo vuelve aún más oscuro, si cabe, es un detalle que trascendió y que hiela la sangre: el asesinato habría sido transmitido en vivo a través de redes sociales. Se estima que alrededor de 45 personas pudieron haber presenciado las imágenes en tiempo real, un hecho que añade una capa de perversidad digital y expone la degradación a la que puede llegar la violencia. ¿Quiénes eran esos espectadores silenciosos? ¿Por qué nadie alertó? Son preguntas que resuenan y que la justicia también deberá intentar responder. Esta dimensión del crimen habla de una sociedad enferma, donde la vida se convierte en un espectáculo macabro para consumir en una pantalla.

La noticia del hallazgo de los cuerpos y los detalles que fueron emergiendo generaron una mezcla de estupor, rabia e indignación. En un país y una región donde la lucha contra la violencia de género es una bandera constante y dolorosa, este triple femicidio se convirtió en un símbolo trágico de la urgencia de encontrar respuestas y, sobre todo, justicia. El reclamo no es solo por castigo, sino por prevención, para que el nombre de ninguna otra piba se sume a esta lista interminable.

El eco de la violencia en el Río de la Plata

Este crimen no es un hecho aislado, y eso es quizás lo más desolador. Se inscribe en una dolorosa seguidilla de violencia machista que resuena con fuerza tanto en Argentina como en Uruguay. La conmoción que generó el triple femicidio de Varela recuerda a las masivas movilizaciones del “Ni una menos”, un grito colectivo que nació en Argentina pero que encontró un eco inmediato y potente en las calles de Montevideo y otras ciudades uruguayas. Cada nuevo caso reaviva el debate sobre las herramientas del Estado, la educación, las alertas que no se escuchan y las fallas de un sistema que no siempre logra proteger a las mujeres.

El contexto donde ocurrieron los hechos, el conurbano bonaerense, es un territorio de enormes contrastes sociales y económicos, donde la vida cotidiana de millones de personas transcurre entre la solidaridad barrial y la exposición a dinámicas de violencia complejas. Para un lector del otro lado del charco, es fácil trazar paralelismos con las periferias de nuestras propias ciudades, donde las vulnerabilidades se multiplican, el laburo escasea y el Estado a menudo llega tarde o de forma insuficiente. Este triple femicidio expone las fracturas de una sociedad donde la vida de las más jóvenes parece valer muy poco.

La investigación sigue abierta y se espera que las detenciones en Perú aporten información crucial para esclarecer por completo las responsabilidades y el móvil detrás del crimen. ¿Fue una disputa narco? ¿Una venganza? ¿Un acto de misoginia en su forma más pura y brutal? Todas las hipótesis están sobre la mesa. Mientras tanto, el proceso de extradición será fundamental para que los acusados enfrenten a los tribunales argentinos y se sienten en el banquillo. La calificación legal de triple femicidio contempla las penas más altas del código penal, pero ninguna condena podrá reparar el daño causado. Para las familias de Morena, Brenda y Lara, y para una sociedad que sigue de cerca cada avance, la captura de los prófugos es un paso necesario, aunque doloroso, en un camino que todavía es largo y que exige no olvidar. La memoria de estas tres chicas exige una justicia que esté a la altura del horror que vivieron. El esclarecimiento de este triple femicidio es una deuda con ellas y con todas las que ya no están.

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