Helen Cartwright
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El fin de un mito: murió Brigitte Bardot en su refugio de Saint-Tropez
El mundo del arte y la cultura francesa se despertó este domingo 28 de diciembre con una noticia que marca el fin de una era: murió Brigitte Bardot. La legendaria actriz, que supo encarnar la sensualidad insolente de los años cincuenta y sesenta, falleció a los 91 años en su histórica residencia de «La Madrague», en la costa azul francesa. La noticia fue confirmada por la fundación que lleva su nombre, la cual presidía con un celo inquebrantable desde su retiro definitivo de la gran pantalla hace más de cinco décadas.
Apenas se supo que murió Brigitte Bardot, las reacciones en las esferas más altas del gobierno francés no se hicieron esperar. El presidente Emmanuel Macron utilizó sus redes sociales para expresar que Francia llora la pérdida de «una leyenda del siglo», mientras que la ministra de Cultura, Rachida Dati, la definió como un icono libre y profundamente francés. Bardot no fue solo una actriz; fue un fenómeno social que desafió la moral burguesa de su tiempo y redefinió los códigos de la moda y el comportamiento femenino en todo el globo.
Autoridades mundiales despiden a la actriz tras la confirmación de que murió Brigitte Bardot.
Una carrera fulminante que cambió la historia del cine
La trayectoria de B.B., como se la conocía por sus iniciales, fue tan intensa como breve en términos cronológicos. Protagonizó medio centenar de películas, pero bastaron títulos como «Y Dios creó a la mujer» (1956) y «El desprecio» (1963) para que su figura se grabara en el imaginario colectivo. Cuando murió Brigitte Bardot, muchos recordaron aquellas escenas donde su naturalidad y su belleza salvaje rompían con el acartonamiento de las estrellas de Hollywood de la época, instalando un estilo de vestir simple y sensual que todavía hoy se emula.
A pesar de ser considerada la «Marilyn Monroe francesa», Bardot tomó una decisión que dejó atónito al mundo: antes de cumplir los 40 años, decidió abandonar el cine para siempre. «La libertad es ser uno mismo, incluso cuando incomoda», escribió recientemente en su libro «Mon BBcédaire». Tras su retiro, Saint-Tropez dejó de ser un simple puerto de pescadores para convertirse en el epicentro del glamour mundial, todo gracias a la estela que dejó la mujer que «no necesitaba a nadie», como rezaba la canción de Serge Gainsbourg.
Brigitte Bardot fue el máximo icono de la belleza francesa.
La segunda vida de Bardot: la causa animal sobre el escenario
Mucho antes de que el activismo ambiental fuera moneda corriente, ella ya había volcado su fama hacia la protección de los más vulnerables. Cuando murió Brigitte Bardot, su legado más tangible quedó en su fundación, creada en 1986. Su transición de sex symbol a defensora a ultranza de los animales comenzó de forma casi anecdótica en 1973, cuando compró una cabra durante un rodaje para evitar que fuera sacrificada. Desde ese momento, dedicó su fortuna y su voz a combatir la caza de focas, la tauromaquia y el consumo de carne de caballo.
En esta etapa de su vida, su figura también estuvo rodeada de controversias. Sus comentarios políticos, muchas veces alineados con posturas nacionalistas y críticas hacia la migración, le valieron varias condenas judiciales por difamación. Sin embargo, ella jamás se retractó, manteniendo esa personalidad indomable que la caracterizó desde su juventud burguesa en París. Al saberse que murió Brigitte Bardot, incluso sus críticos más férreos reconocieron que se fue una mujer íntegra a sus convicciones, por más polémicas que estas resultaran para el consenso social.
La labor social de la actriz continúa tras saberse que murió Brigitte Bardot.
Un vacío imposible de llenar en la cultura francesa
El fallecimiento de la actriz deja a Francia sin su última gran embajadora de la «joie de vivre» del siglo XX. Quienes la conocieron en la intimidad de La Madrague aseguran que pasó sus últimos años rodeada de sus perros y gatos, gestionando personalmente los asuntos de su fundación y alejada de los focos que alguna vez la persiguieron día y noche. Ahora que murió Brigitte Bardot, el mito se agiganta y sus películas volverán a proyectarse en las filmotecas del mundo como testimonio de una época en la que ella, sola, fue capaz de escandalizar y enamorar a toda una civilización.
Su único hijo, Nicolas, nacido de su matrimonio con Jacques Charrier, fue parte de una experiencia de maternidad que la actriz siempre describió como traumática, admitiendo su falta de instinto maternal. A pesar de sus cuatro matrimonios y sus innumerables romances, Bardot pareció encontrar la paz definitiva en la soledad de la costa francesa. Con la noticia de que murió Brigitte Bardot, se cierra un capítulo de libertad sexual y artística que, posiblemente, no vuelva a repetirse con la misma fuerza y autenticidad.