El grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido de Sudán ha anunciado la detención de varios de sus miembros tras la toma del control de la capital de Darfur Norte, El Fasher. Este anuncio se produce en medio de crecientes denuncias sobre atrocidades cometidas por el grupo, que incluyen ejecuciones sumarias de civiles. En un esfuerzo por controlar la narrativa, las Fuerzas de Apoyo Rápido han prometido realizar una «rendición de cuentas» ante estos hechos.
Detenciones y promesas de justicia
En un comunicado publicado en su canal de Telegram, las Fuerzas de Apoyo Rápido confirmaron la detención de varios de sus integrantes, incluyendo a un comandante conocido como ‘Abú Lulu’, quien ha sido vinculado a múltiples matanzas en El Fasher durante el prolongado asedio que sufrió la ciudad. El grupo afirmó que estas acciones se están llevando a cabo para cumplir con las órdenes de su líder, Mohamed Hamdan Dagalo, apodado ‘Hemedti’, y para adherirse a la ley y las normas de conducta militar.
Dentro de los detenidos, Al Fatí Abdulá Idris, conocido por sus atroces declaraciones en redes sociales, se convirtió en objeto de repudio tras confesar, en una transmisión directa, haber asesinado a cientos de personas. Su promesa de aumentar esa cifra a 2.000 y el video en el que ejecuta a un hombre que suplica por su vida han recibido condenas generalizadas.
Investigaciones en curso
Las Fuerzas de Apoyo Rápido han anunciado que «comités legales especializados» han comenzado a investigar los actos de los detendios, con la intención de llevarlos ante la justicia. Este esfuerzo se enmarca en un intento de mostrar un compromiso con el respeto a los derechos humanos, garantizando que se tomen medidas para evitar violaciones a la dignidad humana y que se respeten las convenciones internacionales. El grupo ha enfatizado que cualquier miembro que participe en violaciones de derechos será objeto de acciones legales.
Sin embargo, también han criticado a las autoridades, acusándolas de exagerar la situación y de utilizar la violencia como herramienta política. El mensaje de las Fuerzas de Apoyo Rápido parece estar dirigido no solo al público nacional, sino a la comunidad internacional en un contexto donde las condenas por su comportamiento se intensifican.
Reacciones internacionales y humanitarias
Las afirmaciones sobre las atrocidades cometidas por las Fuerzas de Apoyo Rápido llegan en un momento crítico. El director general de la Organización Mundial de la Salud ha denunciado la muerte de más de 460 personas en una maternidad de El Fasher, un lugar donde también han sido secuestrados varios trabajadores de la salud. Este señalamiento ha puesto en evidencia la crisis humanitaria en la que se encuentra el área.
La Fuerza Conjunta de Protección de Darfur, aliada con las Fuerzas Armadas de Sudán, acusó al grupo paramilitar de haber ejecutado a más de 2.000 civiles desarmados tras la toma de la ciudad. La mayoría de las víctimas son mujeres, niños y ancianos, lo que resalta la gravedad de la situación en un lugar donde tales actos se llevan a cabo públicamente.
Situación política y conflicto en Sudán
La guerra civil en Sudán ha estado marcada por tensas divisiones en torno a la integración de las Fuerzas de Apoyo Rápido en el Ejército nacional. Este conflicto ha sido catalizado por desavenencias en el proceso de transición que comenzó tras el derrocamiento de Omar Hasán al Bashir en 2019. La tensión aumentó aún más tras la asonada militar de 2021 que depuso al primer ministro Abdalá Hamdok.
La crisis se ve agravada por la intervención de múltiples actores internacionales que apoyan a diferentes facciones. Con millones de desplazados y refugiados, Sudán se enfrenta a una de las crisis humanitarias más severas a nivel global. Las infraestructuras críticas han sufrido daños considerables, lo que dificulta la atención a la población afectada, y la propagación de enfermedades está generando alarma internacional.
Este contexto caótico plantea grillones difíciles para la comunidad internacional que busca encontrar una solución sostenible. Con un enfoque agudo en las atrocidades y la creciente presión para rendir cuentas, el futuro de Sudán pende de un hilo, donde los esfuerzos de las Fuerzas de Apoyo Rápido por mostrar un rostro más civilizado pueden no ser suficientes para revertir los daños causados.



 
			 
		 
                                
                              
		 
		 
		 
		 
		 
		 
		 
		 
		 
		 
		