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La línea roja que cruzó el peronismo tras los incidentes en Quilmes

Los incidentes en Quilmes dejan en evidencia la degradación política bonaerense. Enfrentamientos entre la Policía y militantes por el negocio de la calle.

por Descarga-favicon-PhotoroomUruguay Al Día
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Policía bonaerense en los incidentes en Quilmes

La interna K a los palazos: incidentes en Quilmes por el control de la calle

Lo que sucedió esta mañana frente a la Municipalidad de Quilmes no es más que el síntoma de una enfermedad terminal que padece el peronismo bonaerense. Los incidentes en Quilmes estallaron cuando los intereses de la intendenta camporista, Mayra Mendoza, chocaron de frente con las huestes de Juan Grabois, el dirigente que juega a ser «rebelde» mientras vive del Estado. La excusa fue una ordenanza para regular el estacionamiento medido, pero el trasfondo es la disputa por una caja de dinero que sale, como siempre, del bolsillo del vecino que solo quiere estacionar su auto en paz.

La violencia se desató en las inmediaciones del Concejo Deliberante, donde los militantes del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) intentaron frenar una licitación que les quita el manejo directo de los «trapitos». Los incidentes en Quilmes escalaron rápidamente con pedradas, gases lacrimógenos y una policía bonaerense que, bajo las órdenes de Mendoza, no dudó en reprimir a quienes hasta ayer eran sus propios «compañeros» de militancia. Es el espectáculo dantesco de una facción política que, cuando el hambre aprieta y las cajas se achican, se canibaliza sin el más mínimo pudor.

El cinismo de Grabois ante los incidentes en Quilmes

Fiel a su estilo histriónico y oportunista, Juan Grabois no tardó en volcar su bronca en las redes sociales, disparando munición gruesa contra la gestión de Mendoza. Tras los incidentes en Quilmes, el dirigente social acusó a la intendencia de habilitar la represión de «laburantes» a dos días de la Navidad. Es un ejercicio de cinismo extremo: Grabois habla de los trabajadores mientras defiende un sistema de extorsión callejera que él mismo ayudó a institucionalizar a través de cooperativas que operan como fuerzas de choque políticas.

El dirigente del MTE llegó a decir que la interna entre La Cámpora y el sector de Axel Kicillof «se la pasa por las bolas», una frase que define la elegancia y el nivel intelectual de quienes hoy pretenden representar a los más necesitados. Los incidentes en Quilmes son la prueba de que para estos personajes la «soberbia política» es un recurso inagotable. Mientras ellos se pelean por ver quién se queda con el negocio del estacionamiento, la gente común queda atrapada en medio de una balacera de goma y gases, sufriendo las consecuencias de una gestión municipal que parece más una unidad básica que un gobierno serio.

Mayra Mendoza y la privatización bajo los incidentes en Quilmes

Desde la vereda de enfrente, Mayra Mendoza intenta disfrazar su movida recaudatoria como un plan de «mejoramiento del tránsito». La intendenta, protegida por el blindaje de La Cámpora, impulsó esta ordenanza para licitar el servicio de estacionamiento, lo que en la jerga de la calle significa sacar a los «trapitos» de Grabois para poner una empresa amiga o centralizar la caja en el municipio. Los incidentes en Quilmes son el costo colateral de este ajuste de cuentas interno que poco tiene que ver con el bienestar de los quilmeños y mucho con el control territorial.

La respuesta oficial de la Municipalidad fue que buscan «ordenar el estacionamiento frente a los reclamos de los vecinos. Sin embargo, la virulencia de los incidentes en Quilmes demuestra que no hubo ningún canal de diálogo real previo a la votación. Mendoza, que suele llenar sus discursos de empatía y justicia social, terminó apelando a la misma represión que denuncia en sus opositores nacionales. Es la doble vara clásica del kirchnerismo: si la policía reprime a favor de ellos, es «orden institucional»; si lo hace en contra, es «dictadura».

Un peronismo que se devora a sí mismo entre incidentes en Quilmes

La UTEP y otras organizaciones vinculadas a la economía popular denunciaron que fueron a defender «el pan de sus familias» y recibieron tiros de goma. Más allá del relato épico que intentan construir, lo que subyace a los incidentes en Quilmes es la fractura de un modelo que ya no tiene plata para repartir entre todos sus gerentes de la pobreza. Cuando los recursos escasean, la lealtad peronista desaparece y da paso a la violencia que vimos hoy en las calles de uno de los distritos más castigados por la desidia y la inseguridad.

La detención de una periodista de prensa de los movimientos sociales fue el broche de oro para una jornada nefasta. Los incidentes en Quilmes no son un hecho aislado, sino el preludio de lo que será un 2026 cargado de conflictividad social si los líderes de este espacio siguen priorizando sus cajas personales por sobre la gestión mínima de la ciudad. Resulta patético ver a gobernantes que se dicen nacionales y populares abusando del poder contra sus propios votantes a plena luz del día, mientras el distrito se hunde en la miseria y el abandono.

¿Cuánto tiempo más podrán estos dirigentes seguir disfrazando sus peleas por el botín del Estado como si fueran luchas de principios, antes de que el vecino de Quilmes diga basta?

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