Identidad therian: el relato del joven que no se siente humano

En un contexto social marcado por la redefinición constante de las subjetividades, surgen relatos que patean el tablero de lo que tradicionalmente entendemos por humanidad. Un caso que está dando que hablar es el de Lexi, un joven argentino que prefiere resguardar su nombre legal pero no su sentir profundo. Con mechones azules en su pelo negro, una máscara artesanal y una cola de zorro, Lexi presenta al mundo su identidad therian. Para él no hay disfraces ni juegos de rol; se trata de una autopercepción que lo acompaña desde que tiene memoria y que hoy defiende con una convicción que asombra a propios y ajenos.

«Me identifico como un zorro», dispara sin vueltas en una charla que busca poner luz sobre el carácter. Esta forma de habitar el mundo se aleja de las expectativas sociales convencionales y se refugia en características que él define como inquietas, curiosas y, por momentos, caóticas. Lexi reconoce que nunca encajó del todo en el molde humano y que la autenticidad fue el marco que le permitió entender por qué sentía ese impulso de correr libre o conectar con la naturaleza de una forma tan visceral.

La cola y la máscara son accesorios clave en la identidad therian de Lexi.

El origen y significado de la identidad therian en la actualidad

El término que define a Lexi tiene raíces antiguas pero una vigencia moderna arrolladora. Lo rasgos distintivos proviene del griego theríon, que se traduce como «bestia salvaje» o simplemente «animal». Originalmente, quienes acuñaron el concepto se vinculaban a seres mitológicos como hombres lobo o dragones, pero con el correr de los años la comunidad se expandió. Hoy, la singularidad abarca a personas que se perciben como animales no mitológicos, encontrando en especies de la fauna real un espejo donde mirar su propia personalidad y comportamiento diario.

Para Lexi, vivir bajo la marca personal implica ver la realidad desde una perspectiva mucho más instintiva. No se trata de un aislamiento total de la sociedad, sino de una integración diferente. Él realiza las mismas tareas que cualquier otro joven, pero matiza su rutina con prácticas que refuerzan su identidad therian, como correr por espacios verdes o simular la caza de aves en parques públicos. Estas acciones, lejos de ser una actuación, son para él una necesidad de conectar con ese núcleo animal que siente que lo define mejor que cualquier documento de identidad.

La manada y los desafíos de la identidad therian en la calle

A pesar de que el zorro es conocido por ser un animal solitario, Lexi ha encontrado refugio en su propia «manada». Se trata de un grupo de amigos que comparten la esencia, aunque cada uno se percibe como una especie distinta: hay coyotes, lobos y hasta gatos. Juntos buscan espacios naturales donde puedan ser ellos mismos sin el juicio constante de la mirada ajena. En esos encuentros, la personalidad therian se vive de forma colectiva, validando un sentimiento que puertas afuera suele ser recibido con burla o incomprensión total por parte del transeúnte común.

Lamentablemente, exponer la individualidad en el espacio público tiene sus costos. Lexi admite que ha sufrido agresiones verbales e incluso intentos de violencia física por el simple hecho de caminar con sus accesorios. El rechazo a lo diferente es una constante que los miembros de esta comunidad deben enfrentar a diario. Según el joven, la gente suele tener miedo a lo que no puede encasillar bajo sus propias normas, y la singularidad therian rompe precisamente con la norma más básica de todas: la pertenencia exclusiva a la especie humana.

Grupos de amigos comparten su identidad therian en parques naturales.

El apoyo familiar frente a la identidad therian de Lexi

Uno de los pilares fundamentales para que Lexi pudiera transitar este camino fue la apertura de su círculo íntimo. La charla inicial sobre su imagen propia con su familia fue un momento de gran vulnerabilidad. Soy esto, me identifico de esta forma y no puedo cambiar», fue el mensaje que les transmitió. Para su sorpresa y alivio, encontró un acompañamiento basado en la comprensión de que la identidad no es algo que uno elige de un catálogo, sino algo que se reconoce y se acepta como una verdad innegociable.

Tener el respaldo de los suyos le permite a Lexi llevar su identidad therian con la frente en alto, a pesar de las dificultades externas. Él tiene claro que su forma de ser no es una patología ni un capricho adolescente, sino su manera genuina de habitar un entorno que muchas veces se siente hostil. Para este joven, la identidad therian no lo aleja del mundo, sino que le da las herramientas necesarias para entender su lugar en él, respetando su instinto y su derecho a percibirse más allá de los límites de lo biológicamente humano.

¿Estamos como sociedad preparados para aceptar identidades que desafían la frontera misma entre lo humano y lo animal, o seguiremos castigando aquello que no logramos comprender?