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Un homicidio por error que truncó la celebración de un estudiante de la UTU
El martes por la noche, en una zona transitada de 8 de Octubre, la alegría de un grupo de jóvenes que acababa de finalizar el Ciclo Básico en la UTU terminó abruptamente con un disparo que mató a Jonathan Cancela, de 28 años. Según la hipótesis inicial de la Policía, el ataque no estaba dirigido a él, y su muerte se habría producido por una confusión que transformó un festejo académico en una tragedia inesperada.
Una jornada marcada por el logro educativo y la camaradería estudiantil
Jonathan había cerrado ese martes con una satisfacción personal que compartía con orgullo. Tras cursar el programa Rumbo en el centro educativo de Larravide y Joanicó, culminaba una etapa que representaba esfuerzo y constancia. En ese lugar había construido vínculos y se había convertido en referente de sus pares, tanto por su entusiasmo como por su apoyo constante a quienes atravesaban dificultades.
Sobre las 22:30, él y dos compañeros salieron del centro educativo y tomaron por 8 de Octubre rumbo al intercambiador Belloni. La euforia por el cierre del ciclo quedó registrada en un video que grabaron durante la caminata. Ezequiel, uno de los jóvenes, comenzó diciendo que era “un orgullo” haber aprobado los tres. Jonathan, con tono festivo, recordaba la presentación del jueves que había sido clave para pasar una de las materias, guardando simbólicamente ese logro “en el bolsillo” mientras compartían risas y abrazos.
En un momento del registro, Jonathan abrazó a otro compañero que había estado a punto de abandonar el curso. Lo sostuvo fuerte y celebró que siguiera adelante, repitiendo con orgullo: “Acá lo tenemos”. Para los tres, la noche era una mezcla de alivio, alegría y esperanza por lo que venía.
El cruce fatal en 8 de Octubre y Vicenza
Pero al llegar al cruce de 8 de Octubre con Vicenza, casi en el ingreso al intercambiador Belloni, esa atmósfera se quebró en un instante. Se escuchó un disparo seco. Los jóvenes se miraron sin entender, corrieron por reflejo, y en segundos quedó claro que algo terrible había ocurrido: Jonathan estaba tendido en el piso, con un balazo en la cabeza.
Miguel, uno de los amigos que caminaba a su lado, quedó paralizado. Al oír el tiro pensó que la herida podía estar en un brazo o en una pierna, un daño grave pero no irreversible. Sin embargo, al acercarse vio la magnitud del impacto. Llamaron de inmediato a la Policía y Jonathan fue trasladado de urgencia, pero murió poco después en el hospital. Para Miguel, la noticia provocó un estado de shock del que aún intenta recuperarse con el apoyo psicológico que brinda la UTU.
La investigación policial y la hipótesis del ataque equivocado
La investigación quedó en manos del Departamento de Homicidios de la Dirección de Hechos Complejos. Según información obtenida por Subrayado, el avance del caso ha sido significativo y apunta a identificar al o los autores del ataque, quienes habrían disparado desde el interior de un automóvil.
En la escena no solo estaban Jonathan y sus dos compañeros. Había una cuarta persona, ajena al grupo de la UTU, que caminaba por la zona. Ese hombre recibió un disparo en la pierna derecha y fue trasladado sin lesiones graves. Para los investigadores, este dato es clave: todo indica que el ataque iba dirigido a él y que Jonathan quedó en medio de una balacera que no tenía relación con su presencia ni con la de sus amigos.
Un estudiante solidario que dejó una huella en su comunidad educativa
El impacto del crimen caló hondo entre los estudiantes y docentes del programa Rumbo. Jonathan era conocido por su compromiso y por organizar colectas para apoyar a compañeros que atravesaban dificultades económicas y que a veces pensaban en abandonar los estudios por no tener dinero para viajar. Su intervención permitió que varios siguieran adelante.
Los docentes lo describieron como un joven “responsable, respetuoso y comprometido”, cuya perseverancia representaba un ejemplo para toda la comunidad educativa. En un texto recordatorio destacaron su esfuerzo constante y su deseo de superación, valores que contagiaban a quienes lo rodeaban.
Miguel, todavía afectado por lo sucedido, contó que Jonathan no solo era su compañero de clase, sino también su amigo. Aseguró que siempre estaba dispuesto a ayudar y que había sido una influencia positiva en su vida, al punto de inspirarlo a escribir para enfrentar sus propios problemas personales. Alexis, otro de los estudiantes, lo recordó como un joven alegre, inteligente y con sueños claros, que “quería salir adelante” sin importar los obstáculos.
Una muerte que abre interrogantes sobre violencia y azar
La muerte de Jonathan deja en evidencia cómo un hecho de violencia puede cambiarlo todo en cuestión de segundos. Una noche que debía ser sinónimo de logro, esperanza y nuevos comienzos terminó opacada por una bala perdida que no estaba destinada a él. Ahora, la comunidad educativa, sus compañeros y su familia esperan respuestas mientras la investigación continúa.
¿Hasta cuándo episodios de violencia como este seguirán irrumpiendo en la vida cotidiana de quienes solo buscan construir un futuro mejor?
