Femicidio en Córdoba: la trágica historia de Milagros “Pitu” Basto
El descubrimiento del cuerpo de Milagros Micaela Basto, de 22 años, dentro de un ropero en un departamento céntrico de la ciudad de Córdoba desató una enorme conmoción. El hallazgo, realizado por dos albañiles, puso al descubierto un macabro crimen y puso el foco en Horacio Antonio Grasso, un excomisario que ya había sido condenado en el pasado por el crimen del niño Facundo Novillo Cancinos. El femicidio Córdoba Pitu Basto es ahora un caso que no solo conmueve por su brutalidad, sino que también revela una dura historia de vida.
Una vida marcada por la adversidad
“Pitu”, como la llamaban sus allegados, fue abandonada por su madre biológica a los tres meses de vida. Su mamá de crianza, Mauricia, la crió como una hija más, dándole «amor y cariño», pero su adolescencia fue un camino cuesta arriba. «A los 12 años comenzó a irse de casa», lamentó la mujer en declaraciones a un medio local. Los problemas con las sustancias aparecieron temprano en su vida, lo que la tornó más vulnerable y la alejó de los estudios.
Pese a que Mauricia y su familia siempre le abrieron las puertas de su casa, Milagros se fue alejando. Aunque no vivía en situación de calle, el contacto era esporádico. La tragedia la volvió a golpear cuando su pareja, el padre de su hijo de seis años, se suicidó. “Ese fue un golpe muy fuerte, la llevó al fondo”, describió la madre de crianza, explicando que la joven se fue hundiendo cada vez más en una espiral de dolor, pese a los intentos familiares por internarla para recibir ayuda.
El escalofriante hallazgo y la investigación
El cuerpo de Milagros fue encontrado cerca del mediodía del 7 de julio, cuando un fuerte olor alertó a unos albañiles que limpiaban un departamento alquilado por Horacio Antonio Grasso. La escena era digna de una película de terror: un ropero casero sellado con madera y cemento, que escondía un cuerpo envuelto en frazadas y atado con cables.
El grado de descomposición no permitía la identificación, que recién se logró el 14 de agosto, tras los resultados genéticos. En el transcurso de la desaparición, el excomisario Grasso había violado su prisión domiciliaria y fue trasladado al penal de Bouwer, lo que generó un quilombo aún mayor.

La fiscalía investiga el contexto del crimen y la posible relación de Grasso y su hermano Javier (dueño del departamento) con la víctima. Ambos fueron detenidos como principales sospechosos de un femicidio que, con cada detalle, suma más preguntas que respuestas. La causa avanza con un solo objetivo: esclarecer este horrendo crimen y encontrar justicia para Milagros “Pitu” Basto, cuya vida terminó de la forma más trágica imaginable.