Venezuela en la mira de Estados Unidos por posibles ataques militares y tensión regional
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mantiene abierta la posibilidad de lanzar operaciones militares contra Venezuela, un escenario que vuelve a sacudir el tablero geopolítico de América Latina. Aunque el mandatario negó estar considerando una invasión inminente, fuentes militares y analistas coinciden en que Washington estudia distintos planes de ataque con objetivos estratégicos definidos.
Entre las opciones que se barajan figuran bases militares venezolanas, laboratorios de refinación de cocaína y pistas de aterrizaje clandestinas, según exoficiales estadounidenses y venezolanos consultados. La llegada del portaaviones USS Gerald R. Ford, el más grande del mundo, a aguas latinoamericanas ha encendido las alertas en Caracas y en varias cancillerías de la región.
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Objetivos militares en territorio venezolano
Trump ha acusado reiteradamente al gobierno de Nicolás Maduro de dirigir el llamado Cartel de los Soles, una organización que, según Washington, se dedica al narcotráfico y envía cocaína a Estados Unidos.
Funcionarios estadounidenses afirman que esta designación como “grupo narcoterrorista” podría servir como justificación legal para ataques directos contra instalaciones o estructuras de poder vinculadas al régimen.
Según el almirante retirado Jim Stavridis, exjefe del Comando Sur de Estados Unidos, una intervención podría centrarse en ataques de precisión contra centros de transporte, depósitos y puertos sospechados de servir a redes de contrabando. “El objetivo sería minar la infraestructura que sostiene al régimen y dejar claro que sus días están contados”, señaló.
Otras fuentes militares sugieren que los aeropuertos y puertos marítimos cercanos a la frontera con Colombia serían los primeros blancos, dado que allí operan numerosas rutas aéreas de tráfico de cocaína. Sin embargo, un ataque de gran escala implicaría neutralizar también las defensas aéreas venezolanas, lo que aumentaría el riesgo de una escalada regional.

Estados Unidos analiza opciones militares sobre Venezuela en medio de una creciente tensión diplomática. (Crédito: The Washington Post)
Pistas clandestinas y centros de narcotráfico
Un exagente de la Administración para el Control de Drogas (DEA) en Venezuela reveló que Estados Unidos tiene identificadas pistas de aterrizaje clandestinas en estados como Apure y Zulia, utilizadas para cargar cocaína con destino a Centroamérica.
En el estado de Sucre, además, se encontrarían depósitos de almacenamiento donde los carteles locales resguardan la droga antes de su envío.
Estos sitios podrían convertirse en objetivos iniciales de una ofensiva aérea. No obstante, especialistas advierten que destruir la infraestructura del narcotráfico no necesariamente desmantelaría las redes criminales, dado su nivel de diversificación y protección dentro de las fuerzas armadas venezolanas.
La Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) también podría estar en la mira, ya que forma parte del núcleo de seguridad de Maduro y ha sido acusada de facilitar operaciones ilícitas. Atacar esa estructura sería un movimiento de alto impacto político y simbólico.
Respuesta potencial del ejército y los grupos armados
El ejército venezolano conserva un arsenal importante, con armamento de origen ruso y miles de soldados en activo. Aunque su operatividad es limitada, cuenta con un sistema de defensa aérea S-300VM y varias bases de importancia estratégica, entre ellas la Base Aérea El Libertador en Maracay y el Fuerte Tiuna en Caracas, sede del Ministerio de Defensa.
Analistas militares sostienen que Venezuela no tiene capacidad para resistir una ofensiva estadounidense sostenida, pero sí podría responder con operaciones limitadas o ataques de guerrilla. En ese contexto, grupos como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) colombiano, con presencia en territorio venezolano, podrían jugar un papel desestabilizador.
El ELN mantiene vínculos con el régimen y ha utilizado zonas fronterizas como refugio para sus actividades de narcotráfico. De ser blanco de los ataques, el grupo podría retaliar con acciones contra el ejército colombiano o infraestructura fronteriza.
“Podría no atacar en Nueva York, pero sí en Bogotá”, advirtió Elizabeth Dickinson, analista del International Crisis Group.

Analistas advierten que una ofensiva estadounidense en Venezuela podría desestabilizar a toda la región. (Crédito: The Washington Post)
Incertidumbre sobre los objetivos de Trump
Dentro del propio gobierno estadounidense existe escepticismo respecto a la efectividad de una intervención. Un general retirado aseguró que la mayoría de la cocaína que sale de Venezuela tiene como destino Europa o el Caribe, y no directamente Estados Unidos.
“La idea de frenar el narcotráfico atacando Venezuela es una ilusión”, afirmó.
Altos funcionarios han señalado que, por ahora, no existe un argumento legal sólido para justificar una ofensiva. El secretario de Estado Marco Rubio y el de Defensa Pete Hegseth informaron al Congreso que la administración no está preparando un ataque inmediato.
Pese a ello, fuentes cercanas a la Casa Blanca aseguran que Trump podría cambiar de posición en cualquier momento, del mismo modo que lo hizo en otras operaciones militares recientes. Un funcionario comparó la situación con los bombardeos en Yemen: “fueron rápidos, sin objetivo claro y con resultados limitados”.
Riesgos regionales y consecuencias políticas
Un ataque sobre Venezuela tendría repercusiones directas en Sudamérica. Países como Colombia y Brasil quedarían involucrados en la gestión de flujos migratorios y posibles represalias de grupos armados. La ONU y la OEA ya han advertido sobre la necesidad de evitar una escalada militar que agrave la crisis humanitaria venezolana.
Maduro, por su parte, intenta proyectar fortaleza. Ha ordenado ejercicios militares y reforzado su narrativa de “defensa de la soberanía”. En actos públicos, acusa a Estados Unidos de “imperialismo” y llama a sus aliados —Rusia, Irán y China— a respaldar al país ante cualquier “agresión extranjera”.
En el plano interno, una intervención podría tener un efecto de cierre de filas en torno al gobierno chavista, al menos en el corto plazo. Analistas consideran que un ataque estadounidense sin consenso internacional podría legitimar políticamente a Maduro y debilitar a la oposición.

El presidente Nicolás Maduro supervisa ejercicios militares mientras promete defender la soberanía de Venezuela ante cualquier ataque. (Foto de Pedro Rances Mattey/Anadolu
Un equilibrio precario
La situación coloca a la región en un estado de tensión controlada. Ni Washington ni Caracas parecen dispuestos a ceder, pero ambos son conscientes de los costos políticos y humanos de una guerra abierta.
Las decisiones en los próximos días podrían definir no solo el futuro de Venezuela, sino también el papel de América Latina frente a las intervenciones extranjeras.
