El epitafio de Francisco Acuña de Figueroa en el Cementerio Central de Salto es uno de esos textos que detienen el paso y obligan a pensar. Grabado en piedra, el poema comienza con una advertencia universal: “Tú que ciego en el placer cierras del alma los ojos…”.
No es solo una bienvenida a un recinto funerario, sino una lección sobre la condición humana, el paso del tiempo y el inevitable destino que iguala a todos. Su presencia en este sitio emblemático lo convierte en un símbolo de la unión entre arte, historia y espiritualidad.
- Francisco Acuña de Figueroa: poeta, patriota y moralista
- El epitafio: una lección grabada en piedra
- El Cementerio Central de Salto: donde la poesía se vuelve memoria
- La interpretación simbólica del texto
- Viralidad y vigencia en la era digital
- Turismo literario: una ruta de poesía y memoria
- El epitafio de Francisco Acuña de Figueroa en el Cementerio de Salto es una pieza única de la poesía uruguaya. Su poder radica en su sencillez y en la verdad que encierra: todos compartimos el mismo destino, y cada tumba nos devuelve la mirada.
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Francisco Acuña de Figueroa: poeta, patriota y moralista
Francisco Acuña de Figueroa nació en Montevideo entre 1790 y 1794, y falleció en 1862. Fue uno de los escritores más influyentes del siglo XIX uruguayo, autor de la letra del Himno Nacional, traductor, ensayista y un referente de la lírica oriental.
Su obra combina el tono solemne del neoclasicismo con la sensibilidad del romanticismo temprano. Figueroa creía en la función moral de la poesía: educar, conmover y trascender. En sus versos se observa una búsqueda constante de equilibrio entre lo humano y lo divino, lo efímero y lo eterno.
La décima inscrita en Salto es un ejemplo perfecto de esa visión filosófica: sencilla en forma, pero profunda en contenido, destinada a perdurar más allá de su autor.

El epitafio: una lección grabada en piedra
El texto completo dice:
“Tú que ciego en el placer cierras del alma los ojos,
contempla en estos despojos lo que eres, lo que has de ser.
Ven a este sitio a aprender del hombre la duración;
que en esta triste mansión de desengaño y consejo
cada sepulcro es espejo y cada epitafio lección.”
Estructurado en décima espinela, el poema combina musicalidad y reflexión moral. Su finalidad es recordar que el placer, la vanidad y el olvido no pueden escapar al destino final. En cada sepulcro, dice el poeta, hay un espejo que devuelve la imagen del visitante, no la del muerto.

La frase final, “cada epitafio lección”, sintetiza toda su intención: el cementerio no es solo un lugar de duelo, sino también de enseñanza y autoconocimiento.
El Cementerio Central de Salto: donde la poesía se vuelve memoria
El Cementerio Central de Salto, fundado a fines del siglo XIX, es una de las necrópolis más antiguas del país. Su arquitectura clásica y su disposición ordenada reflejan el espíritu de una época en la que la muerte se concebía como parte de la vida pública.
En su entrada principal, el epitafio de Acuña de Figueroa recibe a los visitantes con solemnidad. La piedra que lo contiene se ha convertido en un punto de interés cultural y turístico. No son pocos los viajeros que se detienen para fotografiarlo o leerlo en silencio, transformando un espacio de despedida en un acto de contemplación.

La interpretación simbólica del texto
Cada verso del epitafio cumple una función:
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Advertir: la vida terrenal es breve y engañosa.
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Reflexionar: los restos humanos son un recordatorio de nuestra naturaleza finita.
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Aprender: la muerte enseña lo que la vida calla.
El poema opera como una interpelación directa al lector. En segunda persona, le habla al visitante con tono cercano, casi paternal, y lo obliga a mirar dentro de sí mismo. Esta técnica convierte el mensaje en universal y atemporal.
Viralidad y vigencia en la era digital
En los últimos años, el epitafio ha cobrado nueva vida en redes sociales. En Facebook, Instagram y portales culturales, se viralizó como “la inscripción del cementerio de Salto”, alcanzando miles de compartidos.
El interés no solo proviene de su valor literario, sino también del poder visual del mensaje grabado en piedra. En una era de velocidad y distracción, un texto que pide detenerse y pensar resulta profundamente actual.
La combinación entre autor nacional, mensaje existencial y espacio tangible lo convierte en un contenido con gran potencial viral para medios digitales y turismo cultural.
Turismo literario: una ruta de poesía y memoria
El epitafio de Acuña de Figueroa no solo pertenece a la historia de la literatura uruguaya, sino también al patrimonio simbólico del país. En Salto, recorrer el cementerio y leer el texto se ha vuelto una experiencia buscada por visitantes nacionales y extranjeros.
Convertirlo en un punto dentro de una ruta literaria uruguaya podría fortalecer la conexión entre turismo, cultura y educación. Es un ejemplo claro de cómo una pieza escrita en el siglo XIX puede seguir comunicando en el XXI.
El epitafio de Francisco Acuña de Figueroa en el Cementerio de Salto es una pieza única de la poesía uruguaya. Su poder radica en su sencillez y en la verdad que encierra: todos compartimos el mismo destino, y cada tumba nos devuelve la mirada.
Más de un siglo después, el mensaje del poeta sigue resonando. En tiempos de prisa y distracción, leerlo es un acto de resistencia: detenerse, contemplar y recordar que “cada sepulcro es espejo y cada epitafio, lección”.
