Tormenta en el Senado: la polémica designación del embajador de Uruguay en Etiopía
El Palacio Legislativo se convirtió una vez más en el escenario de un duro enfrentamiento entre el oficialismo y la oposición. El motivo de la discordia es la designación de Mario Ángel Silva Castro como el nuevo embajador de Uruguay en Etiopía, una decisión de la Cancillería que ha levantado polvareda por el nivel de formación académica del flamante representante. Según denunciaron legisladores de la coalición republicana, Silva Castro no habría completado la educación secundaria, lo que consideran una «falta de respeto» a la carrera diplomática profesional.
La venia, votada este 22 de diciembre, fue el detonante para que figuras como la senadora nacionalista Graciela Bianchi salieran al cruce. Bianchi tildó la situación de «vergonzante» y acusó al Frente Amplio de forzar el tratamiento del tema como «grave y urgente» para evitar un análisis pormenorizado en la Comisión de Asuntos Internacionales. Para la legisladora blanca, este movimiento del oficialismo no solo es éticamente cuestionable, sino que roza lo irregular al saltarse los pasos habituales de control parlamentario sobre quién será el próximo enviado especial en Etiopía.
Las voces de la oposición contra el amiguismo político
Desde el Partido Colorado, los dardos no fueron menores. El diputado Felipe Schipani recordó que para ingresar al escalafón más bajo de la Cancillería se exige título universitario, lo que contrasta fuertemente con la situación del nuevo delegado oficial. «El FA designa embajadores políticos con cuarto año de liceo. Es una vergüenza y una falta de respeto al mérito y al estudio», expresó Schipani, subrayando que en esta elección primó el «acomodo» por encima de la idoneidad técnica requerida para representar al país en el exterior.
Ope Pasquet, también del sector colorado, sumó su voz a la crítica señalando que, si bien la designación es legal —ya que el Poder Ejecutivo tiene cupos para cargos políticos—, el problema reside en el mérito. Según Pasquet, el hecho de que Silva Castro no fuera interrogado por la oposición en comisión impidió que se pusiera luz sobre una trayectoria que, a juicio del gobierno, es suficiente para el cargo. La opacidad en el tratamiento de la venia para el representante diplomático es lo que más irrita a una oposición que se siente ninguneada en el control de las misiones diplomáticas.
La defensa del oficialismo y los cupos diplomáticos
Del otro lado de la vereda, el senador Daniel Caggiani salió en defensa de la resolución firmada por el canciller Mario Lubetkin. Caggiani negó que la votación fuera catalogada como «grave y urgente» y justificó la celeridad debido a que el plazo constitucional vencía el 6 de enero. El legislador frenteamplista enfatizó que la designación de la autoridad consular se encuadra dentro de los márgenes permitidos por la ley, que autoriza hasta un máximo de 20 designaciones políticas en jefaturas de misión.
En la resolución oficial, el Poder Ejecutivo fundamenta la elección de Silva Castro por su «capacidad y eficiencia» demostrada a lo largo de su carrera profesional. Según el currículum adjuntado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, el nuevo embajador de Uruguay en Etiopía cuenta con la idoneidad necesaria para asumir las responsabilidades en el continente africano. Caggiani también aprovechó para recordar que el gobierno anterior hizo un uso mucho más intensivo de estas cuotas políticas, rozando siempre el tope permitido, a diferencia de la gestión actual que apenas supera un cuarto de los cupos.
Un cargo estratégico bajo la lupa parlamentaria
Etiopía no es un destino cualquiera en el mapa diplomático; es la sede de la Unión Africana y un punto neurálgico para la inserción de Uruguay en los mercados emergentes de aquel continente. Por esta razón, la idoneidad de quien ocupe el despacho del agente diplomático es vista como crucial para los intereses comerciales del país. La oposición sostiene que, sin una formación sólida, la representación nacional queda debilitada frente a diplomáticos de carrera de otras naciones que compiten por los mismos espacios de influencia.
Mientras los ecos de la discusión en el Senado aún resuenan, Silva Castro se prepara para su misión en el exterior. El debate sobre si la confianza política debe prevalecer sobre la formación académica vuelve a quedar sobre la mesa, dejando una herida abierta en la relación entre el oficialismo y la oposición en temas de Estado. La Cancillería, por su parte, mantiene su postura de que los resultados de la gestión del nuevo vocero internacional terminarán dándole la razón al Poder Ejecutivo.
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