Un cierre de año con señales de alivio para la economía regional en 2026
El calendario se agota y los números empiezan a darle una tregua al equipo económico. El cierre de este ciclo llega con una combinación de factores que permiten proyectar una economía regional en 2026 mucho más estable de lo que vaticinaban los pronósticos más pesimistas de hace un semestre. La reducción sostenida de la inflación, el desplome del riesgo país y una incipiente recuperación del consumo interno configuran un escenario de «veranillo» financiero que el Gobierno busca capitalizar antes del primer vencimiento fuerte de deuda en enero.
Tras el contundente respaldo obtenido en las urnas durante las legislativas, el mercado parece haber validado el rumbo. La euforia de los inversores no solo se quedó en los paneles de la bolsa, sino que empezó a derramar hacia las variables macroeconómicas básicas. En este contexto, la economía regional en 2026 enfrenta el desafío de transformar ese optimismo financiero en una mejora tangible para el bolsillo de los ciudadanos, quienes han soportado meses de un ajuste severo pero que ahora ven aparecer los primeros indicios de reactivación.
El consumo interno y los brotes verdes en el comercio
Uno de los indicadores más esperados era el desempeño de las ventas minoristas durante las fiestas tradicionales. Según los datos relevados por cámaras empresariales, las ventas de Navidad mostraron un crecimiento interanual del 1,3%. Si bien la cifra puede parecer marginal, representa un punto de inflexión histórico para la economía regional en 2026, quebrando una racha de casi nueve meses de caídas ininterrumpidas en la facturación real del comercio minorista.
Este cambio de tendencia se percibe con mayor claridad al comparar con fechas clave anteriores, como el Día de la Madre o el Día del Niño, donde las mermas habían sido pronunciadas. El ticket promedio también mostró una estabilización, lo que sugiere que la confianza del consumidor está retornando lentamente. Para la economía regional en 2026, este despertar del mercado interno es fundamental para sostener los niveles de actividad y garantizar que la recaudación fiscal acompañe las metas de equilibrio presupuestario fijadas por el Ejecutivo.
Menor presión sobre el dólar y acumulación de reservas
Otro pilar que sostiene la estabilidad de la economía regional en 2026 es la notable caída en la demanda de divisas por parte del público. Los últimos informes del Banco Central revelan que las compras netas de dólares se desplomaron, pasando de picos alarmantes en septiembre a cifras mucho más digeribles en el cierre de diciembre. Esta desdolarización del ahorro privado ha permitido que los pesos circulen con mayor fluidez hacia el consumo y la inversión productiva, quitándole presión a la brecha cambiaria.
Gracias a este escenario, la autoridad monetaria ha logrado acumular reservas brutas de manera acelerada, alcanzando niveles récord bajo la actual administración. Solo en las últimas jornadas, el Tesoro ha incrementado sus tenencias con el objetivo de afrontar con solvencia el pago de deuda previsto para el 9 de enero, que asciende a USD 4.200 millones. La solvencia externa es, hoy por hoy, la carta de presentación más fuerte que tiene la economía regional en 2026 ante los organismos multilaterales de crédito y los tenedores de bonos soberanos.
Inflación a la baja y riesgo país en mínimos históricos
En materia de precios, diciembre terminaría con la primera baja inflacionaria en un semestre. Las mediciones privadas sitúan el índice apenas por encima del 2%, consolidando una tendencia a la baja que se apoya en la estabilidad del tipo de cambio y una menor presión de los precios estacionales. Para la economía regional en 2026, domar la inflación es la condición necesaria para que el crédito hipotecario y productivo vuelva a ser una realidad accesible para la clase media y las pequeñas empresas.
En sintonía con esto, el riesgo país se ha acomodado en el entorno de los 550 puntos básicos, volviendo a niveles que no se registraban desde inicios de año. Las condiciones internacionales, con una Reserva Federal que parece inclinada a seguir bajando las tasas de interés, juegan a favor de los activos emergentes. Si la economía regional en 2026 logra perforar la barrera de los 500 puntos en enero, quedará el camino despejado para que el país retorne a los mercados voluntarios de deuda, algo que no sucede desde hace ocho años.
El espaldarazo legislativo y los desafíos de la competitividad
La reciente aprobación del Presupuesto por parte del Congreso representa un hito político que no debe subestimarse. Contar con una hoja de ruta fiscal validada por una parte de la oposición envía una señal de madurez institucional que los inversores extranjeros valoran especialmente. Este consenso legislativo es el combustible que necesita la economía regional en 2026 para encarar reformas estructurales pendientes en el mercado laboral y tributario, buscando mejorar la competitividad de las exportaciones.
Hacia el futuro, la principal incógnita radica en la evolución del tipo de cambio. Algunos analistas proyectan que el dólar podría cerrar el año próximo en torno a los 1.850 pesos, lo que implicaría un ajuste por encima de la inflación proyectada. Esta estrategia buscaría evitar el atraso cambiario y dotar a la economía regional en 2026 de una mayor dinámica exportadora. El equilibrio entre controlar la inflación y mantener la competitividad será el eje sobre el cual pivotará la política económica en el primer semestre del próximo año.
¿Será capaz la economía regional de transformar este veranillo financiero en un ciclo de crecimiento sostenible que finalmente se sienta en el mostrador de los almacenes de barrio?
