Falta de controles en Salto expone un Bagashopping fuera de control desde hace años, en un terreno del Club Ferro Carril convertido en un verdadero centro comercial informal donde operan más de 400 puestos. Lo que comenzó como venta ambulante hoy se transformó en un corredor irregular de 500 metros con construcciones cerradas, techadas y de hasta dos pisos. Crece sin freno, sin fiscalización visible y con una sensación generalizada de que el Estado decidió mirar para otro lado.
Indignación en Salto por falta de controles y riesgos crecientes en Bagashopping
Los locales se expanden sobre veredas públicas, calles internas y áreas cercanas a la ruta, generando riesgos estructurales y viales que todo vecino conoce pero nadie controla. La informalidad dejó de ser un fenómeno marginal y pasó a ser un modelo consolidado que desplaza al comercio formal, obligado a cumplir con normas, habilitaciones y cargas impositivas que en el Bagashopping brillan por su ausencia.
La ausencia de ordenamiento territorial es alarmante. No hay registro edilicio, inspecciones municipales ni protocolos de seguridad. Tampoco existe un estudio de impacto sobre tránsito, evacuación, riesgo de incendio o capacidad estructural. Salto asiste a la consolidación de una ciudad paralela dentro de su propia trama urbana.

Falta de controles en Salto queda en evidencia con locales precarios que avanzan sin autorización ni fiscalización estatal.
Cómo la falta de controles en Salto permite riesgos eléctricos y estructurales
La situación explotó públicamente tras viralizarse un video donde una conexión eléctrica precaria tomó fuego mientras los comerciantes intentaban apagarlo con lo que tenían a mano. La escena recordó el incendio de 2017, cuando un cortocircuito destruyó varios puestos. Ocho años después, el problema no solo no se corrigió: se multiplicó.
Los cables cuelgan a la vista. Las conexiones son improvisadas. No existen instalaciones certificadas ni dispositivos de seguridad eléctrica. Si un cortocircuito generó un incendio antes, nada evita que vuelva a ocurrir. La respuesta del Estado, una vez más, fue el silencio.
Falta de controles en Salto y el impacto en el comercio formal
Mientras el comercio formal paga DGI, BPS, BSE, Bomberos, Bromatología, habilitaciones municipales y costos de seguridad, el Bagashopping avanza sin un solo requisito. Los comerciantes formales denuncian competencia desleal desde hace años, pero sus reclamos quedaron enterrados ante el crecimiento desbordado del mercado informal.
La situación es tan evidente que ya no se discute si hay irregularidad: se discute por qué se permite. En ningún otro departamento existe un corredor comercial informal de semejante magnitud operando a plena luz del día, sin controles, sin permisos y con un volumen económico imposible de medir.

Falta de controles en Salto golpea al comercio formal, que compite contra un mercado informal sin fiscalización ni reglas claras.
Por qué la falta de controles en Salto genera una zona liberada
Aquí no solo hay puestos: hay estructuras, inversiones, ampliaciones y una operatoria sostenida. Es una economía paralela que funciona fuera del radar fiscal, aduanero, municipal y sanitario. La mercadería proviene mayoritariamente de Argentina y Brasil, ingresada sin los controles correspondientes, en una zona donde el contrabando es un secreto a voces.
La magnitud del fenómeno deja en evidencia una contradicción profunda:
en Uruguay hay un país obligado a cumplir la ley y otro que opera sin ninguna regla.
Falta de controles en Salto muestra un Estado ausente y un sistema fallido
Vecinos y comerciantes formales coinciden en el diagnóstico: la situación se convirtió en un “territorio liberado” administrado por la informalidad. No se trata del trabajador que busca sobrevivir, sino de un sistema completo que permite que una estructura ilegal opere, crezca y se consolide sin intervención.
Los riesgos son múltiples: incendios, accidentes eléctricos, colapso estructural, tránsito desordenado, falta de salidas de emergencia, trazados peligrosos y actividad comercial sin bromatología ni controles sanitarios. Todo sucede ante la mirada ausente del Estado.
La pregunta ya no es por qué crece el Bagashopping. La pregunta es otra, más incómoda y más urgente:
