Golpe de la DEA al Cártel de Sinaloa: balance operativo y alcance
La Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) concretó un operativo coordinado entre el 25 y el 29 de agosto que dejó 617 detenciones y la incautación de 480 kilogramos de polvo de fentanilo, además de más de 11 millones de dólares en efectivo. Ese conjunto de acciones, desplegado en 23 divisiones nacionales y en siete regiones internacionales, formó parte de una ofensiva para debilitar las cadenas de mando y distribución vinculadas al Cártel de Sinaloa.
Además del fentanilo, los agentes requisaron 714.707 pastillas falsificadas, 2.209 kilogramos de metanfetamina, 7.469 kilogramos de cocaína y 16,55 kilogramos de heroína; también se reportaron 420 armas de fuego y decomisos de activos por cerca de 1,7 millones de dólares. Las autoridades subrayan que la suma de estos resultados es producto de trabajo de inteligencia y cooperación con socios internacionales.
La DEA describió el golpe como un esfuerzo global para desarticular una red que, según la agencia, opera en decenas de países y abastece con drogas sintéticas de alto riesgo a amplias zonas del mundo. La agencia sostuvo que cada carga incautada y cada arresto contribuye a proteger comunidades afectadas por la crisis del fentanilo.

Fuentes oficiales añadieron que el operativo no fue homogéneo: incluyó acciones locales en distintas regiones de Estados Unidos y acciones en el exterior dirigidas a cortar canales de financiamiento y logística. En Nueva Inglaterra, por ejemplo, las autoridades comunicaron detenciones y secuestros relevantes en el marco de la misma ofensiva nacional.
El anuncio del administrador de la DEA enfatizó el compromiso de seguir presionando sobre las organizaciones transnacionales; la agencia vincula al Cártel de Sinaloa con amplias cadenas de producción y distribución que requieren respuestas integradas de justicia y seguridad. Observadores y autoridades recuerdan, además, que la designación y la presión internacional buscan complicar la operativa financiera y las rutas de aprovisionamiento.
Pese al impacto comunicacional del decomiso masivo, expertos consultados subrayan que desarticular por completo estructuras de esa magnitud exige investigación continua, cooperación internacional sostenida y seguimientos judiciales que conviertan detenciones en procesos exitosos. La DEA y sus socios aseguran que el trabajo no termina con los allanamientos: sigue la fase de litigio, rastreo de activos y cierre de redes logísticas.