La basura en Montevideo: el costo de cuatro décadas de la misma receta
Montevideo amaneció, una vez más, bajo el peso de su propia ineficiencia. Tras las jornadas de Nochebuena y Navidad, la basura en Montevideo volvió a ser el paisaje dominante en barrios que, lejos de la «ciudad inteligente» prometida en campaña, parecen sumergidos en una crisis sanitaria cíclica. Los contenedores desbordados no son una novedad, sino el síntoma de un modelo de gestión que, tras 40 años ininterrumpidos de administración frenteamplista, parece haber agotado todas las excusas posibles.
El director de Desarrollo Ambiental, Leonardo Herou, salió a poner paños fríos asegurando que la situación se normalizaría el fin de semana. Sin embargo, para el vecino que debe esquivar bolsas rotas y lidiar con el olor nauseabundo frente a su casa, el discurso suena a disco rayado. Resulta difícil de digerir que, tras cuatro décadas de «aprendizaje» en la Intendencia de Montevideo (IM), un paro de Adeom y dos días de fiesta sigan siendo capaces de colapsar todo el sistema de limpieza de la capital.
De quién es la culpa: el juego de responsabilidades en la IM
Como dice el dicho popular, «no es culpa del chancho, sino de quien le rasca el lomo». La recurrente crisis de la basura en Montevideo tiene responsables con nombre y apellido, pero sobre todo, una raíz política profunda. Mientras la administración de Mario Bergara intenta desviar la atención hacia el conflicto sindical, desde Adeom responden con dureza: faltan recursos, falta personal y, por encima de todo, falta una política de residuos coherente que no dependa de la buena voluntad de los funcionarios para que la ciudad no explote.
El vicepresidente de Adeom, Martín Barreto, señaló que los volúmenes de residuos simplemente no caben en el sistema actual. Esto deja en evidencia una falta de previsión alarmante para fechas que, por calendario, se sabe que son de alta generación de desperdicios. La pregunta que surge es inevitable: ¿cómo es posible que después de 40 años gestionando el mismo departamento, la administración no haya logrado diseñar un plan de contingencia eficaz para la basura en Montevideo? El fracaso es técnico, pero también es una falta de respeto al contribuyente que paga una de las tasas de limpieza más altas de la región.
La citación a Herou y el reclamo de una oposición activa
Ante el descalabro visual y sanitario, el edil nacionalista Juan Martín Bárcena no se quedó de brazos cruzados y anunció la convocatoria de Leonardo Herou a la Junta Departamental. El objetivo es que el director explique un «plan de acción» que, hasta ahora, solo se ha visto en presentaciones de Power Point. La basura en Montevideo ha dejado de ser un problema estético para convertirse en una preocupación de salud pública, afectando la convivencia y exponiendo a la población a focos infecciosos en pleno verano.
Bárcena fue tajante en sus redes sociales al señalar que la acumulación de desperdicios impacta negativamente en la calidad de vida de todos los montevideanos. La oposición insiste en que no se puede seguir gestionando por «parches» y que las promesas de eliminar contenedores o transformar el servicio son, a esta altura, fuegos de artificio para tapar la mugre. La realidad es que la basura en Montevideo desborda la paciencia de una ciudadanía que ve cómo su capital retrocede mientras el discurso oficial intenta maquillar la decadencia.
El vecino que vota y luego se queja del mal olor
Hay una parte de la sociedad que también debe hacer una autocrítica profunda. Es común escuchar a ciudadanos lamentarse por la basura en Montevideo mientras caminan entre desperdicios, pero son esos mismos los que han ratificado en las urnas, elección tras elección, el mismo modelo de gestión desde el retorno a la democracia. No se puede esperar resultados diferentes haciendo siempre lo mismo, y el estado de las calles hoy es el reflejo exacto de esa complacencia electoral.
La IM ha tenido tiempo, presupuesto y mayoría política para convertir a la capital en un modelo de limpieza. Si hoy la basura en Montevideo sigue ganando la batalla, es porque el sistema político se ha acomodado en una zona de confort donde la culpa siempre es de «los otros» (el sindicato, el clima o el consumo excesivo de la gente). Mientras tanto, el contribuyente sigue pagando por un servicio que no recibe y la ciudad continúa siendo un monumento a la ineficiencia sostenida en el tiempo.
¿Hasta cuándo el vecino de Montevideo va a tolerar que su salud y su paisaje diario dependan de una gestión que no ha sabido resolver el problema de la mugre en casi medio siglo de gobierno?
