Ataque a niña en Palermo: conmoción en Argentina por la liberación del agresor
El ataque a niña en Palermo volvió a instalar en Argentina un fuerte debate sobre seguridad, responsabilidad institucional y actuación policial. El episodio ocurrió en la calle Güemes cuando la menor regresaba de una clase de natación y pidió adelantarse unos pasos hacia el edificio donde vive.
Las imágenes captadas por una cámara de seguridad muestran el momento exacto en que un joven se cruza con la niña y le propina una patada a la altura del pecho. El golpe la desestabiliza, ella rompe en llanto y busca refugio en su madre, que caminaba con un cochecito y observó lo ocurrido a pocos metros. La crudeza de la escena y la absoluta falta de provocación generaron indignación inmediata.
El accionar policial y la aparición del certificado de discapacidad
En cuestión de segundos, un policía que se encontraba en la cuadra retuvo al agresor, un joven venezolano de 22 años. Al identificarlo, constató que llevaba colgado un carnet de discapacidad. Esa información cambió de inmediato el encuadre legal de la intervención. Minutos después llegó la madre del atacante, quien aseguró que su hijo tiene un retraso madurativo y que la conducta violenta no es habitual en él.
El fiscal de la Unidad de Flagrancia Norte, Leandro Galvaire, ordenó abrir una causa por lesiones, fotografiar el certificado de discapacidad y liberar al acusado. Además, citó a declarar a la madre de la menor para registrar su testimonio.
La decisión, ajustada a los protocolos previstos para personas con discapacidad cognitiva, abrió a su vez un debate profundo en Argentina: ¿cómo actúa el Estado cuando la persona agresora es inimputable pero representa un riesgo para terceros?
La reacción de la familia y el impacto social del episodio
La madre de la niña actuó con rapidez y contuvo a su hija, que estaba visiblemente alterada. Personal del SAME arribó poco después y verificó que no había lesiones de gravedad. Sin embargo, el impacto emocional fue evidente. El episodio reavivó temores en un país donde la percepción de inseguridad ha crecido sostenidamente, aun en hechos que no están vinculados con criminalidad organizada sino con desbordes individuales.
La difusión del video en medios y redes sociales amplificó la discusión y expuso la necesidad de profundizar mecanismos de intervención que contemplen tanto la salud mental como la protección ciudadana. La situación, además, obliga a revisar el equilibrio entre la inimputabilidad legal y la responsabilidad social.
Salud mental, obligaciones familiares y vacíos del sistema
La madre del agresor afirmó que su hijo suele estar estable, aunque a veces experimenta desregulaciones. El ataque, sin embargo, evidencia que en ciertos momentos puede representar un peligro para sí mismo y para otras personas. Ese dato, registrado por la cámara de seguridad, generó interrogantes en especialistas en conducta y salud mental, quienes subrayan que los cuadros de discapacidad no equivalen a comportamientos violentos, pero requieren seguimiento profesional adecuado.
En Argentina, como en Uruguay, los marcos legales contemplan la protección de personas con discapacidad intelectual, pero los vacíos en cuanto a supervisión, acompañamiento y recursos disponibles suelen trasladar la carga de la responsabilidad casi exclusivamente a las familias. Esto puede derivar en situaciones de riesgo que el Estado no siempre logra anticipar.
Tensiones entre derechos individuales y garantías colectivas
El ataque a niña en Palermo obligó a muchos ciudadanos a reflexionar sobre un dilema complejo: ¿cómo garantizar la integridad de una víctima sin vulnerar los derechos del agresor cuando este posee una condición cognitiva que lo exime de responsabilidad penal? La decisión de liberar al joven, pese a la contundencia de las imágenes, generó posturas contrapuestas.
Algunos sectores consideran que la reacción judicial fue insuficiente y que el Estado debería prever medidas alternativas que garanticen la seguridad de terceros. Otros, en cambio, señalan que criminalizar a una persona con retraso madurativo sería injusto y contrario a los principios de derechos humanos que rigen la materia. La pregunta de fondo es cómo equilibrar ambos intereses sin caer en estigmatizaciones ni en negligencias institucionales.
¿Qué políticas deberían implementarse para prevenir nuevos episodios similares?
Mientras avanza la investigación fiscal, el caso ya forma parte de un debate más amplio en Argentina sobre seguridad, salud mental, responsabilidad familiar y ausencia de políticas integrales. El registro audiovisual del ataque y la liberación del agresor plantean un desafío que excede lo judicial: la necesidad de construir mecanismos preventivos que protejan a la comunidad y, al mismo tiempo, contemplen el acompañamiento que requieren personas con discapacidad cognitiva.
En un contexto social marcado por la demanda de mayor seguridad y eficacia estatal, queda una pregunta abierta que merece reflexión ciudadana: ¿está preparado el sistema para evitar que un episodio como este vuelva a repetirse sin vulnerar derechos fundamentales?
