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Una espía uruguaya en Malvinas revela su misión secreta tras décadas de silencio

El relato oculto de la espía uruguaya en Malvinas. Ruth Morton vigiló submarinos en Mar del Plata para Londres y hoy revela su misión secreta de 1982.

por Descarga-favicon-PhotoroomUruguay Al Día
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Retrato de la espía uruguaya en Malvinas

El secreto mejor guardado de Montevideo: la espía uruguaya en Malvinas

A sus 97 años, Ruth Morton decidió que el tiempo del silencio había terminado. En una entrevista que sacudió la memoria histórica de la región, esta mujer oriunda de Montevideo reveló su rol como espía uruguaya en Malvinas durante el conflicto bélico de 1982. Con una lucidez envidiable y unos ojos azules que parecen retener cada detalle del pasado, Morton relató cómo fue reclutada por la inteligencia británica para vigilar los movimientos navales argentinos en la base de Mar del Plata, operando desde las sombras para favorecer a la corona británica.

La historia de esta espía uruguaya en Malvinas no comenzó por generación espontánea, sino que fue el resultado de una tradición familiar arraigada en el espionaje. Hija de inmigrantes británicos establecidos en Uruguay, Ruth creció en un ambiente donde la lealtad a Londres era un mandato sagrado. Su padre, Eddie, ya había colaborado con los servicios secretos durante la Segunda Guerra Mundial desde las oficinas del ferrocarril en la capital uruguaya, entrenando a sus hijas en el arte de interceptar y transmitir mensajes codificados sin levantar sospechas.

La misión de la espía uruguaya en Malvinas en la base naval

En 1982, cuando el conflicto del Atlántico Sur estalló, Ruth tenía 53 años y llevaba una vida aparentemente apacible como esposa y madre. Sin embargo, su hermana Miriam, quien trabajaba en la embajada británica en Montevideo, la convocó para una tarea de altísimo riesgo. La futura espía uruguaya en Malvinas fue enviada a Mar del Plata con un objetivo específico: monitorear los submarinos ARA Santa Fe, ARA San Luis y ARA Santiago del Estero. Para pasar desapercibida, Ruth utilizó su perfil de mujer común, lo que la hacía «menos sospechosa» ante los ojos de la inteligencia argentina.

Instalada en la ciudad balnearia argentina, Morton encontró un escondite improvisado en un edificio parcialmente destruido cerca de la base naval. La labor de la espía uruguaya en Malvinas era físicamente agotadora; debía arrastrarse por espacios reducidos y sucios para obtener una visión clara de la flota enemiga a pocos cientos de metros. «Me salieron ampollas en las rodillas y los codos, pero luego me acostumbré», confesó Ruth, dejando claro que su objetividad y disciplina estaban por encima de cualquier incomodidad física o miedo personal.

Misión de la espía uruguaya en Malvinas en el mar

Los submarinos vigilados por la espía uruguaya en Malvinas en 1982.

Comunicaciones secretas y el carpincho que salvó su vida

El trabajo de inteligencia que realizaba la espía uruguaya en Malvinas requería una logística compleja para no ser detectada. Tras observar movimientos relevantes de los submarinos, Ruth debía tomar varios autobuses hacia el interior de la provincia de Buenos Aires para realizar llamadas desde teléfonos públicos. Estos mensajes eran dirigidos a contactos anglo-argentinos que cambiaban constantemente de número, formando una cadena de información que terminaba en los escritorios de Londres. En un momento de precariedad económica, llegó a tejer gorros de lana con la inscripción «Mar del Plata» para venderlos y financiar su estancia.

Durante sus largas jornadas de vigilancia bajo el edificio en ruinas, la espía uruguaya en Malvinas encontró una compañía inusual: un carpincho viejo y amigable con el que compartía alimentos. Fue este animal quien, según su relato, le salvó la vida durante un bombardeo nocturno. Un proyectil disparado desde el mar impactó directamente en el sitio de observación, alcanzando al carpincho en lugar de a ella. Casi muero allí mismo, el animal recibió el golpe que era para mí», recordó con emoción la mujer que, tras ese incidente, recibió la orden de abandonar su puesto y regresar a Uruguay.

El reconocimiento tardío a la espía uruguaya en Malvinas

Al finalizar la guerra, la labor de la espía uruguaya en Malvinas fue reconocida por las autoridades británicas con un bol de plata firmado y un mensaje de gratitud. Sin embargo, Ruth mantuvo este galardón oculto durante décadas, incluso para su propia familia, por una mezcla de pudor y convicción profesional. Para ella, el espionaje no era una búsqueda de gloria, sino una obligación moral derivada de su herencia anglouruguaya. Su historia hoy sale a la luz no solo como una anécdota bélica, sino como una pieza clave para entender las operaciones de inteligencia en el Cono Sur durante los años ochenta.

La revelación de Morton pone de manifiesto la profundidad de las redes de espionaje que operaron desde Montevideo, confirmando que Uruguay fue un centro neurálgico de actividad británica mucho más importante de lo que se admitía oficialmente. La espía uruguaya en Malvinas personifica la lealtad a una causa que, a pesar de los años, sigue generando pasiones y debates en ambas orillas del Plata. Hoy, desde su hogar en la capital, Ruth Morton mira hacia atrás con la satisfacción de quien cumplió con su deber, aunque ese deber haya implicado vivir una vida de secretos bajo las tablas de un edificio bonaerense.

¿Cuántas otras historias como la de Ruth Morton permanecen aún bajo llave en los archivos familiares de la vieja colonia británica en Montevideo?

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