Freno de mano: los analistas ajustan a la baja el crecimiento de la economía uruguaya

El cierre del año 2025 trae consigo una dosis de realismo para el equipo económico y los principales actores del mercado. Según la última Encuesta de Expectativas Económicas publicada por el Banco Central del Uruguay (BCU), las proyecciones para la economía uruguaya han sufrido su cuarto recorte consecutivo. Lo que en agosto se perfilaba como una expansión del 2,5%, hoy se ha moderado a un 2,1% para el cierre de este año, reflejando un enfriamiento que preocupa a analistas e instituciones financieras por igual.

Este ajuste no es un hecho aislado, sino la respuesta técnica a un tercer trimestre que resultó más esquivo de lo esperado. La economía uruguaya se contrajo un 0,2% en términos desestacionalizados durante el período julio-setiembre, rompiendo con la inercia positiva que se traía de la primera mitad del año. Aunque en la comparación interanual el Producto Interno Bruto (PIB) todavía muestra un signo positivo del 1,2%, es evidente que el ritmo de marcha ha perdido vigor ante un contexto externo e interno más desafiante.

Factores que condicionan la expansión de la economía uruguaya

El estancamiento observado en el tercer trimestre dejó un «arrastre estadístico» que complica las metas para el próximo bienio. Para 2026, los expertos situaron la tasa estimada en un modesto 1,9%, bajando un escalón desde el 2% previo. Esta revisión a la baja de la economía uruguaya se da en un marco donde el consumo interno parece haber encontrado un techo y la inversión, si bien se mantiene, no logra compensar la caída en otros sectores dinámicos.

Por otro lado, la competitividad sigue siendo un tema de conversación obligado en las mesas de análisis. La debilidad del dólar a nivel global y su impacto directo en el mercado local han generado un escenario de «atraso cambiario» que golpea a los sectores exportadores. Al analizar la economía, resulta imposible no mencionar que la corrección del tipo de cambio hacia la baja —proyectado ahora en 39,3 pesos para fin de año— añade una presión extra a quienes venden productos uruguayos al mundo, encareciendo los costos en dólares.

Inflación y tasas en el horizonte de la economía uruguaya

No todo son nubarrones en el informe del BCU. Un punto luminoso sigue siendo el control de los precios, una batalla que el Banco Central parece estar ganando con solvencia. La economía uruguaya cerrará el 2025 con una inflación anual estimada en 3,8%, manteniéndose cómodamente dentro del rango meta oficial (que tiene su techo en 4,5%). A noviembre, el dato acumulado de 4,09% confirma que la política monetaria contractiva ha logrado anclar las expectativas de los agentes.

Mañana será un día clave para la economía uruguaya, ya que se reunirá el Comité de Política Monetaria (Copom). El mercado apuesta mayoritariamente a que el BCU aplicará un recorte de 25 puntos básicos en la tasa de interés de referencia, llevándola del 8% actual al 7,75%. Este movimiento buscaría dar un pequeño respiro al mercado crediticio y fomentar la actividad, aprovechando que la inflación le ha dado un margen de maniobra considerable a las autoridades monetarias.

El dólar y el desafío cambiario para la economía uruguaya

El mercado cambiario es, quizás, donde se han visto los ajustes más dramáticos. Hace apenas seis meses, los analistas esperaban un dólar a 42,4 pesos para fines de 2025; hoy, esa cifra se ha desplomado a 39,3 pesos. Esta caída del 11,3% respecto al cierre de 2024 marca un hito en la economía uruguaya contemporánea. La fortaleza del peso uruguayo frente a una moneda estadounidense debilitada globalmente plantea un dilema para 2026, donde se proyecta una leve recuperación hacia los 40,5 pesos.

La estabilidad institucional de nuestro país sigue siendo un activo, pero los números fríos indican que no alcanza con la confianza para sostener tasas de crecimiento elevadas. La economía uruguaya se enfrenta a la necesidad de implementar reformas estructurales que mejoren la productividad, ya que el crecimiento proyectado de apenas el 2% para 2027 parece insuficiente para atender las demandas sociales y fiscales del país. Con el consumo eléctrico en aumento y una red de servicios que se moderniza, el desafío sigue siendo traducir esa infraestructura en un mayor volumen de negocios.