Militancia en lugar de medicina: El burdo intento de blindaje de los dirigentes del MPP en Hospital de Salto
Lo que debía ser una instancia de transparencia y rendición de cuentas ante la ciudadanía terminó convertida en un acto de patoterismo político. La presencia de varios dirigentes del MPP en Hospital de Salto durante la conferencia de prensa convocada por la directora Gabriela González fue un insulto a la ética pública. En un momento de dolor y reclamo social por la muerte de Jona Núñez, la dirigencia política del Movimiento de Participación Popular decidió que era buena idea «copar» un salón destinado exclusivamente al trabajo de los periodistas.
Esta maniobra, tan vieja como la peor política, no tiene otro nombre que intento de amedrentamiento. ¿Con qué fin estaban ahí sentados, ocupando lugares que no les corresponden? No son médicos, no son autoridades sanitarias y, por supuesto, no son familiares de la víctima. La presencia de los dirigentes del MPP en Hospital de Salto solo puede explicarse bajo la lógica del blindaje: estaban allí para cuidar a la directora, para marcarle la cancha a la prensa y para recordarle a todo el mundo que el hospital, para ellos, es un comité de base.
Periodismo con dignidad: los intrusos fueron puestos en su lugar
Afortunadamente, el periodismo local no se dejó pasar por arriba. Antes de que comenzara el rosario de excusas de González, los trabajadores de los medios plantaron bandera y exigieron que los dirigentes del MPP en Hospital de Salto se retiraran de inmediato. Fue un momento de alta tensión, pero absolutamente necesario para preservar la higiene institucional. Los militantes, acostumbrados a moverse como dueños de casa en los pasillos públicos, tuvieron que agachar la cabeza y salir del salón de actos.
Este hecho dejó en evidencia una realidad preocupante: la dirección del hospital parece no poder sostenerse por sí sola. ¿Quién llamó a estos dirigentes? ¿Acaso González necesita una guardia pretoriana de militantes para enfrentar las preguntas de la prensa? Que los dirigentes del MPP en Hospital de Salto se hayan sentido con el derecho de participar en una conferencia de prensa sobre un fallecimiento bajo sospecha de negligencia habla de una soberbia política que ya no conoce límites.
La expulsión de estos personajes fue el único acto de justicia en una jornada para el olvido. Resulta patético que, mientras una familia exige respuestas sobre por qué un joven pasó cuatro meses sin atención, la preocupación de la cúpula política sea ir a hacer bulto en una conferencia para «proteger» a una jerarca. La dirigentes del MPP en Hospital de Salto demostraron que sus prioridades están muy lejos de la salud pública y muy cerca del salvataje de sus propios cargos.
¿Qué pretendían y a qué le tienen miedo?
La pregunta que queda flotando es qué pretendían lograr. Si buscaban demostrar unidad, lo único que lograron fue mostrar desesperación. Si pretendían silenciar las críticas, consiguieron que el foco se pusiera en su propia insolencia. El accionar de los dirigentes del MPP en Hospital de Salto es el reflejo de una gestión que se siente acorralada y que, ante la falta de argumentos técnicos y médicos, apela al número y a la presión de la militancia.
Es hora de que se entienda que los hospitales no son centros de proselitismo. La muerte de un joven no es una oportunidad para que los dirigentes del MPP en Hospital de Salto demuestren su lealtad partidaria. La sociedad de Salto merece respeto, y la prensa merece trabajar sin el aliento en la nuca de quienes creen que el poder político les otorga inmunidad para entrometerse donde nadie los llamó. Fue una puesta en escena fallida, burda y, por sobre todas las cosas, profundamente mentirosa.
¿Hasta cuándo tendremos que tolerar que los dirigentes del MPP en Hospital de Salto utilicen las instituciones de salud como si fueran su propio patio trasero para operaciones de blindaje político?
