La necesidad de una agencia de inteligencia en Uruguay fuerte
El Poder Ejecutivo comenzará a trabajar formalmente a partir del próximo año en el proyecto de ley para la creación de una nueva agencia de inteligencia en Uruguay. Esta iniciativa, definida como relevante por el presidente Yamandú Orsi, busca dotar al país de una capacidad operativa de la que actualmente carece. La intención es ambiciosa: llevar la propuesta al Parlamento y lograr que la institución esté en pleno funcionamiento antes de que finalice el actual período de gobierno.
El propio presidente ha puesto el tema en el centro del debate nacional, sosteniendo que el país no puede seguir postergando esta discusión. “Dije y sostengo que Uruguay debe caminar decididamente hacia la creación de una agencia de inteligencia en Uruguay, ya”, afirmó Orsi recientemente, en el almuerzo de cierre de año de la Asociación de Dirigentes de Marketing (ADM). El mandatario argumenta que las amenazas del crimen organizado han superado la capacidad de respuesta de la estructura estatal vigente.
Un sistema fragmentado y sin capacidad de ejecución
El presidente Orsi ya había señalado públicamente las carencias del sistema actual. En noviembre, en una entrevista, ironizó sobre la situación: “Uruguay no tiene una agencia de inteligencia. Tiene una Secretaría de Inteligencia y tiene divisiones de Inteligencia medio separadas”. La crítica apunta a la dispersión de esfuerzos y a la falta de un organismo central con poder de ejecución.
La Secretaría de Inteligencia Estratégica de Estado (SIEE), dirigida por Mario Layera y dependiente de Presidencia, ejerce actualmente un rol de coordinación y producción de inteligencia estratégica. Aunque la ley le habilita a disponer medidas de inteligencia y contrainteligencia, en la práctica, la SIEE no realiza tareas operativas de campo. Su trabajo fundamental es articular lo que ejecutan otros, principalmente las unidades de la Policía Nacional.
Evitar la burocracia y la falta de confianza
El plan del gobierno para la nueva agencia de inteligencia en Uruguay radica en otorgarle capacidades operativas para evitar las fricciones y los quiebres en el flujo de información. Fuentes del Ejecutivo señalaron que la dependencia de terceros para ejecutar acciones —como vigilancias o seguimientos— a menudo se dificulta por la burocracia, la falta de confianza interinstitucional o los protocolos que limitan el intercambio de datos sensibles.
Al crear un organismo con potestades operativas en la órbita directa de Presidencia, se busca dotar a la secretaría de mayor autonomía y celeridad en la ejecución. Esto es crucial en la lucha contra el crimen organizado transnacional, que opera con extrema velocidad. Según el presidente, la realidad de la seguridad pública exige adquirir “herramientas tecnológicas y de inteligencia” que permitan enfrentar el cambio rápido de las dinámicas criminales.
La nueva dimensión: contravigilancia y contrainteligencia
La intención es que la futura agencia de inteligencia en Uruguay no se limite únicamente a la producción estratégica de información. Además de las funciones operativas tradicionales, como seguimientos e infiltraciones, el nuevo organismo sumaría roles esenciales de contravigilancia y contrainteligencia.
Estas áreas son vitales para la protección del propio Estado. Se trata de la detección y neutralización de amenazas dirigidas contra las instituciones, o contra el sistema de inteligencia en sí mismo. Hoy, estas tareas se realizan en gran medida dentro de la Policía Nacional, pero la centralización de estas capacidades en una agencia de inteligencia en Uruguay con mayor autonomía busca optimizar la defensa del Estado.
La agencia de inteligencia en Uruguay y el debate internacional
El gobierno de Orsi está analizando intensamente modelos de agencias internacionales para asegurar que la propuesta uruguaya cumpla con las «buenas prácticas» globales. El objetivo no es replicar modelos foráneos sin adaptarlos, sino entender qué estructuras —como las de países con agencias robustas— son necesarias para un Estado moderno que enfrenta amenazas globales.
Una de las alternativas más probables que se maneja es una transformación profunda de la SIEE, convirtiéndola en un organismo de carácter híbrido. Este modelo permitiría mantener su rol estratégico de asesoramiento a Presidencia, pero incorporando las capacidades operativas esenciales, como las tareas de contravigilancia y contrainteligencia. Esto evitaría la creación de una nueva institución desde cero.
El presidente ha sido enfático en su postura de que la inteligencia no debe ser vista como un «instrumento totalitario», buscando tranquilizar a quienes temen un exceso de poder. No obstante, la nueva agencia de inteligencia en Uruguay deberá pasar un estricto filtro de control parlamentario, un debate que será uno de los más intensos del próximo año en el Palacio Legislativo. La necesidad de combatir el crimen organizado, que «vino, se quedó y viene por mucho más», como afirmó Orsi, es el motor de esta reforma.
Ante la inminente creación de una agencia de inteligencia en Uruguay con potestades operativas en la órbita de Presidencia, ¿cuáles serán los mecanismos institucionales concretos que se propondrán para garantizar el control democrático efectivo y evitar que las nuevas capacidades de vigilancia excedan los límites de la ley?
