La reacción del gobierno uruguayo frente al Premio Nobel de la Paz otorgado a la dirigente venezolana María Corina Machado generó un fuerte contraste con el clima internacional. Mientras buena parte del mundo político, diplomático y mediático celebró la decisión del Comité Noruego como un gesto de apoyo a la democracia y los derechos humanos en Venezuela, la política exterior uruguaya quedó expuesta por adoptar una lectura distinta. La Cancillería sostuvo, mediante el ministro de Relaciones Exteriores, Mario Lubetkin, que el anuncio profundizó las divisiones dentro de América Latina y planteó dudas sobre su contribución a la estabilidad regional.
La postura llamó la atención porque coloca a Uruguay en un lugar de cautela en un momento en que el escenario global muestra un alineamiento inusual en torno a un reconocimiento simbólico. Lubetkin en una entevista televisiva, sostuvo que el premio no necesariamente ayuda a los procesos de paz y señaló como evidencia el aumento de tensiones políticas en la región tras darse a conocer el galardón. Según el ministro, la referencia explícita del Comité Noruego a la salida del presidente Nicolás Maduro introdujo un factor que, en su visión, complejiza los esfuerzos diplomáticos.
El planteo del canciller dejó abiertas varias preguntas sobre el posicionamiento de Uruguay. No se precisó si el país considera que el reconocimiento fue inoportuno, si discrepa con el tono de la justificación del premio o si existe un análisis más amplio dentro del gobierno sobre las consecuencias políticas del anuncio. Tampoco quedó claro si Uruguay transmitió esta preocupación en algún ámbito diplomático o si la evaluación se limita a una lectura interna. Lo cierto es que, en un escenario donde la mayoría de los gobiernos reaccionaron con apoyo explícito o neutralidad respetuosa, la postura uruguaya se ubica entre las más prudentes de la región.
El segundo eje fuerte de la entrevista fue la referencia al conflicto entre Estados Unidos y Venezuela. Lubetkin expresó una “gran preocupación” por el aumento de tensiones en el Caribe y aseguró que Uruguay está realizando gestiones, tanto públicas como reservadas, para evitar una escalada. Señaló que el país mantiene diálogo con “todos los actores, sin excepciones”, aunque no mencionó cuáles fueron las últimas comunicaciones ni qué tipo de intervenciones concretas está llevando adelante la diplomacia uruguaya.
El canciller advirtió que un agravamiento del conflicto tendría impacto en toda América Latina, incluido Uruguay. Explicó que un escenario de alta tensión afecta la economía regional, altera mercados y complica condiciones de seguridad, especialmente por su vínculo con redes ilícitas transnacionales. Lubetkin subrayó que la estabilidad política es un requisito para sostener crecimiento, inversiones y estrategias de desarrollo en países pequeños. Sin embargo, evitó profundizar en análisis específicos o describir cuáles serían los principales canales de impacto sobre Uruguay.
Las afirmaciones del ministro se enmarcan en la política histórica del país de promover la resolución pacífica de controversias. No obstante, la entrevista no aportó detalles sobre cómo se está actuando en concreto ante un conflicto que involucra a dos actores con peso geopolítico significativo. Tampoco se aclaró si Uruguay coordina posiciones con otros países de la región ni si participa de algún mecanismo formal de diálogo.
Luego de estos dos temas centrales, la entrevista retomó asuntos de inserción internacional vinculados a negociaciones comerciales, misiones oficiales y responsabilidades multilaterales. Lubetkin mencionó acuerdos en proceso con Qatar, EFTA, la Unión Europea y otros bloques. Destacó que Uruguay atraviesa un momento de intensa actividad diplomática y que se están abriendo “avenidas” para fortalecer la presencia del país en mercados externos. Pese a ello, no se especificaron resultados concretos ni se detallaron las etapas alcanzadas en cada negociación.
El canciller sostuvo que parte de la estrategia es adoptar un “perfil bajo” en la comunicación pública de los acuerdos mientras están en desarrollo. Indicó que la experiencia del Ministerio sugiere que la exposición excesiva entorpece los avances y afirmó que se prioriza el contacto directo con los actores involucrados, tanto públicos como privados. La ausencia de información detallada sobre plazos, compromisos o etapas concluidas genera un margen significativo de incertidumbre para los sectores productivos que esperan definiciones.
En materia de coordinación interna, Lubetkin resaltó el rol de la CIAEX, estructura interministerial integrada por Relaciones Exteriores, Economía, Industria, Agricultura y Turismo. Según explicó, este espacio permite al Estado unificar criterios y evaluar oportunidades específicas de inserción comercial. También mencionó el trabajo de Uruguay XXI como organismo responsable de la promoción de exportaciones e inversiones. No se presentaron evaluaciones recientes ni metas cuantificables para los próximos años.
Otro punto abordado fue la agenda multilateral. Lubetkin recordó que Uruguay asumirá durante 2024 la presidencia de la CELAC, la conducción del G77 y, en el segundo semestre, la presidencia pro tempore del Mercosur. Señaló que estas instancias incrementan la visibilidad del país y lo colocan como articulador en debates regionales e internacionales. No se describieron cuáles serán los lineamientos que Uruguay buscará impulsar ni cómo se organizará internamente el trabajo para aprovechar esos espacios.
El canciller también fue consultado sobre desafíos internos vinculados a regulaciones, empresas públicas y condiciones para la inversión extranjera. Afirmó que Uruguay debe equilibrar su estructura estatal con la necesidad de competir en un mundo abierto y exigente. Indicó que estas discusiones forman parte del análisis permanente entre los ministerios y que se buscarán fórmulas para compatibilizar intereses nacionales con oportunidades externas. No se mencionaron reformas en consideración ni modificaciones regulatorias en estudio.
La entrevista cerró con una reflexión general sobre la política exterior de Uruguay. Lubetkin reiteró que la inserción internacional es un proceso complejo, que requiere tiempo, coordinación y trabajo técnico sostenido. Afirmó que el objetivo principal del gobierno es aumentar las oportunidades económicas, atraer inversiones y generar empleo a partir de acuerdos y vínculos internacionales. Los detalles sobre cómo se medirá el avance de estas metas no fueron expuestos durante la conversación.
