¿El pan engorda? Mitos, verdades y lo que dice la ciencia
Durante años, el pan ha sido señalado como el enemigo número uno de las dietas. En muchas mesas rioplatenses, se lo mira con recelo, como si fuera el culpable directo de esos kilos de más. Pero, ¿qué hay realmente detrás de esta creencia tan instalada? ¿Es justo culpar al pan por el aumento de peso o estamos repitiendo mitos sin fundamento?
El pan como fuente de energía
El pan, en todas sus variedades, es ante todo un alimento energético. Está compuesto principalmente por carbohidratos, que el cuerpo utiliza como combustible. Lo que determina si engorda o no no es el pan en sí, sino el contexto: cuánto se consume, con qué se acompaña y cómo se equilibra con el gasto calórico diario. Comer pan no implica necesariamente subir de peso, siempre que se mantenga una dieta balanceada y se practique actividad física.
Pan blanco, integral y con semillas: ¿cuál elegir?
Una de las confusiones más comunes es pensar que el pan integral tiene menos calorías que el blanco. En realidad, ambos aportan cantidades similares, pero el integral tiene más fibra, lo que ayuda a regular la digestión y a mantener estables los niveles de azúcar en sangre. Por eso, suele recomendarse para personas con diabetes o quienes buscan mayor saciedad. En cuanto al pan con semillas, no siempre es integral: muchas veces se trata de pan blanco con semillas agregadas, lo que no garantiza un mejor perfil nutricional.
¿Comer pan de noche engorda?
Otro mito muy difundido es que los carbohidratos consumidos por la noche se convierten automáticamente en grasa. Sin embargo, no hay evidencia científica que respalde esta idea. Lo que importa es el balance total de calorías en el día. Si se controla la porción y se acompaña con alimentos livianos, el pan puede formar parte de una cena saludable. De hecho, en muchos casos, un pequeño sándwich nocturno puede evitar atracones más calóricos.
Pan y diabetes: ¿es compatible?
Las personas con diabetes no tienen que eliminar el pan de su dieta, pero sí deben elegir con cuidado. Las versiones integrales, por su contenido de fibra, son preferibles porque ayudan a moderar el índice glucémico. Además, combinar el pan con proteínas —como huevo, queso magro o legumbres— puede reducir el impacto en los niveles de azúcar en sangre. La clave está en la moderación y en la calidad del pan elegido.
¿La miga engorda más que la corteza?
Este es otro mito sin sustento. La diferencia entre miga y corteza está en el horneado, no en la composición. Ambas partes del pan tienen los mismos ingredientes y aportan las mismas calorías. Lo que puede variar es la textura y la cantidad de aire, pero no el valor nutricional.
¿Hay que dejar de comer pan para adelgazar?
No necesariamente. El pan puede formar parte de una alimentación saludable, siempre que se consuma con moderación y se elijan opciones de buena calidad. El problema no es el pan, sino el exceso y los acompañamientos calóricos como fiambres grasos, manteca o dulces. El pan artesanal, elaborado con harinas menos refinadas y sin aditivos, suele ser una mejor opción frente a los productos ultraprocesados.
Cómo incluir el pan en una dieta equilibrada
Para quienes buscan mantener o reducir su peso, el pan puede ser un aliado si se lo incorpora con inteligencia. Elegir panes integrales, controlar las porciones y evitar los rellenos hipercalóricos son estrategias efectivas. También es útil prestar atención al momento del día en que se lo consume: incluirlo en el desayuno o en almuerzos livianos puede ayudar a mantener la energía sin excederse en calorías.