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Natalia Tejeira: la enfermera de Artigas que combate en Ucrania
En un giro del destino que parece sacado de una novela de espionaje o de una crónica de guerra de otros tiempos, Natalia Tejeira Fernández Borges se ha convertido en el nombre del momento en la frontera norte del país. Esta artiguense de 41 años y madre de tres hijos decidió cambiar la calma de su ciudad natal por el estruendo de los combates en el este de Europa. Su incorporación al frente de defensa de Ucrania no fue una decisión impulsiva, sino el resultado de un largo periplo que la llevó a cruzar océanos para poner su formación en enfermería y seguridad privada al servicio de una causa extranjera.
El ingreso formal de Natalia Tejeira a las filas del ejército ucraniano se concretó el pasado 16 de diciembre, tras superar con éxito el sistema de reclutamiento internacional diseñado por el gobierno de Volodímir Zelenski. Para llegar a este punto, la uruguaya debió demostrar no solo su capacidad técnica en el área de la salud, sino también una notable aptitud física y mental. Su historia es pintoresca y a la vez dramática, reflejando la realidad de miles de voluntarios internacionales que, por diversas motivaciones, deciden arriesgar su vida en una tierra que no es la suya.
El periplo internacional de Natalia Tejeira hacia el conflicto
Antes de pisar suelo ucraniano, Natalia Tejeira dedicó seis meses de su vida a prepararse en el continente europeo, con un foco especial en el aprendizaje de idiomas. Hoy en día, la enfermera domina el inglés, francés y portugués, además de su español nativo, una herramienta que se vuelve vital en una fuerza militar compuesta por voluntarios de todas las nacionalidades. El viaje hacia la guerra comenzó con un tramo terrestre desde Artigas hasta Porto Alegre, seguido de una serie de escalas aéreas que incluyeron Recife, Madrid y París, antes de alcanzar la frontera polaca.
Una vez en Polonia, el ingreso de Natalia Tejeira a Ucrania se realizó bajo estrictas medidas de seguridad que se mantienen hasta el día de hoy. Actualmente, su ubicación es considerada información confidencial y ni siquiera sus hijos conocen el punto exacto donde cumple funciones. Las comunicaciones con su familia en Uruguay se mantienen mediante videollamadas, un vínculo tecnológico que le permite mitigar la distancia y el peligro constante que supone estar en un frente de batalla activo contra las fuerzas rusas.
Formación y contrato militar de Natalia Tejeira en Ucrania
La preparación previa de Natalia Tejeira fue determinante para que su solicitud fuera aceptada por el alto mando ucraniano. Con estudios sólidos en enfermería y experiencia en el ámbito de la seguridad privada, la artiguense encajaba perfectamente en el perfil de «paramédico de combate» que tanto demanda el conflicto actual. El sistema de reclutamiento internacional ofrece vacantes incluso para quienes no dominan el ucraniano, siempre y cuando posean habilidades críticas que puedan ser volcadas en el campo de operaciones de manera inmediata.
El compromiso asumido por Natalia Tejeira contempla un contrato oficial por tres años, una duración estándar para los extranjeros que se asimilan a las fuerzas de defensa. En términos económicos, el riesgo tiene una contraprestación de aproximadamente 4.800 dólares mensuales, una cifra significativa que, sin embargo, pasa a un segundo plano ante la magnitud de la tarea que desempeña. Su esposo, quien trabaja como bombero en la ciudad de Quaraí, ha manifestado públicamente el apoyo total de la familia a esta decisión, destacando la vocación de servicio que siempre caracterizó a la enfermera.
El impacto de la decisión de Natalia Tejeira en la frontera
La noticia de una uruguaya en el frente ucraniano ha generado diversas reacciones en el departamento de Artigas, donde muchos aún no logran procesar la partida de una vecina hacia una guerra tan distante. Natalia Tejeira representa una de las pocas voces latinoamericanas, y específicamente uruguayas, que han decidido institucionalizar su participación en este conflicto mediante un contrato militar formal. Su caso pone en evidencia que la globalización de los conflictos armados también alcanza a los rincones más alejados de la campaña uruguaya.
A pesar de la distancia y el contexto bélico, la figura de Natalia Tejeira se mantiene presente en el imaginario de sus allegados como una mujer de convicciones fuertes. Mientras en el Hospital de Artigas se discuten recursos para la atención local, una de sus ciudadanas aplica sus conocimientos de salud en refugios y hospitales de campaña bajo la amenaza de bombardeos. Esta dualidad resalta el carácter extraordinario de una misión que, para Natalia, es simplemente la continuación de una carrera dedicada a cuidar y proteger a los demás, sin importar el uniforme o la bandera.
Expectativas y seguridad de la enfermera artiguense
La seguridad de Natalia Tejeira sigue siendo la prioridad para el mando militar que la supervisa, especialmente considerando el rol estratégico que cumplen las unidades de sanidad en el frente. El conflicto entre Rusia y Ucrania no muestra señales de tregua en el corto plazo, lo que implica que la enfermera uruguaya deberá transitar gran parte del 2026 en condiciones de extrema alerta. La comunidad de Artigas sigue con atención cada novedad que llega desde Europa, esperando que la preparación y la cautela sean las mejores aliadas de su compatriota.
El regreso de Natalia Tejeira a Uruguay es una incógnita que solo el tiempo y el desarrollo del conflicto podrán despejar. Por ahora, su labor se centra en la atención de heridos y en la adaptación a un entorno donde el frío y el idioma local son enemigos adicionales a los del campo de batalla. La valentía de esta madre artiguense quedará registrada como un capítulo singular en la historia de las misiones de voluntarios uruguayos en el exterior, marcando un precedente para la participación civil en conflictos de escala mundial.
¿Logrará el sistema de reclutamiento internacional garantizar la seguridad de voluntarios como Natalia Tejeira ante una eventual escalada de los ataques en el frente de defensa?
