Detrás de las llamas, la violencia deja su marca: la Policía investiga un caso que podría estar ligado a ajustes de cuentas.
El hallazgo de un cuerpo mutilado en una camioneta incendiada pone a La Paloma en el centro de una investigación que conecta crímenes recientes y un oscuro historial familiar.
La madrugada del lunes, en el barrio La Paloma, Montevideo, una camioneta ardía en la oscuridad de la noche. Pero al extinguir las llamas, los bomberos no encontraron solo metal chamuscado: había un cuerpo mutilado detrás de los asientos delanteros.
Las imágenes eran dantescas. El vehículo, una Hyundai Tucson, fue hallado en Pascual Andino y Gorgonio Aguiar, y el fuego fue tan voraz que poco quedó reconocible. Sin embargo, la autopsia reveló lo más estremecedor: la víctima no solo había sido calcinada, sino que le faltaban las piernas y una mano.
¿Quién era el fallecido? ¿Por qué esa brutalidad? Las preguntas se acumulan mientras la investigación sigue su curso. Pero hay un dato que no pasó desapercibido: la víctima tenía tres antecedentes penales.
La Policía también explora una conexión con otro homicidio reciente en la misma dirección, ocurrido menos de 24 horas antes. Luciano Chineppe, un joven de 19 años, fue asesinado el domingo en ese mismo barrio. La coincidencia no parece casual.
La familia Chineppe ya conoce de cerca la violencia en La Paloma. Desde 2017, varios de sus integrantes han sido asesinados, víctimas de una cadena de crímenes que sacuden los cimientos de una zona golpeada por ajustes de cuentas y conflictos que no terminan de apagarse.
La investigación busca responder a una sola pregunta: ¿quién está detrás de esta espiral de muerte?
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